No vale la pena insistir demasiado en ello. Quizás todo ésto no merezca ni las pocas líneas que le voy a dedicar pero lo confieso, no puedo evitarlo. Me corroe la sensación que me transmiten los politiquillos de Canarias, casi todos, que nos tratan como si fuéramos tontos.
Llevo semanas o algunos meses molesto con las declaraciones de varios de nuestros queridos dirigentes. Para centrarme me refiero a quienes ahora dicen que han cumplido con la reducción del déficit de las cuentas de Canarias, como se vanaglorian en glosar, “hemos hechos los deberes o la tarea”, según el dicente de turno.
Una reflexión que les dedico: señores, han conseguido, les han brindado la excusa perfecta. Y lo explico. Allá por la época de las vacas gordas, sobre todo para algunos de ustedes queridos gestores de la público, era común descubrir que el Gobierno canario de turno era incapaz de ejecutar (que bonita palabra) más del 40 por ciento del presupuesto que tenía asignado. Eso significa que eran lo suficientemente inútiles para gestionar las perritas que teníamos. Esa debilidad ahora la han convertido en fortaleza, el error en aparente virtud.
Y concluyo: de ahí, de esa incompetencia nace lo que ahora han disfrazado como reducción del gasto, del déficit y demás, que dicen haber practicado nuestros canarigobernantes.