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La exigencia de un Europeo resta espectacularidad

Publicado el 25 enero 2014 por Pablo_fernandez @plusmarcaweb
Un Campeonato de Europa reúne a las 16 mejores selecciones del planeta, salvo alguna excepción, y eso hace que estemos ante el torneo más atractivo para los espectadores y el más duro para los jugadores.
Jugar un Europeo supone, para cualquier selección que quiera competir por el oro, disputar ocho partidos de máxima exigencia en los que no hay opción a relajarse. Mañana Francia disputará ante Dinamarca la final del XI Campeonato de Europa y lo hará después de jugar siete partidos en 12 días. Tras el partido de mañana, Francia habrá disputado en 14 días, ocho partidos y contra rivales como Polonia, Rusia, Serbia, Suecia, Croacia, Bielorrusia, España y Dinamarca. Casi nada.

La exigencia de un Europeo resta espectacularidad

Gudjo Valur Sigurdsson jugó 6 horas y 16 minutos en 12 días

En el pasado Mundial 2013, España ganó el título tras jugar nueve partidos en 17 días (Dinamarca jugó los nueve partidos en 16 días) pero en comparación con el Europeo no todos los partidos desgastaron a la selección de Valero Rivera, pues durante el camino a la final se tuvo que ver las caras con selecciones como Argelia (+13), Australia (+40) o Egipto, esta última no es de un nivel tan bajo como las anteriores pero de menos exigencia que selecciones europeas como Islandia o Hungría.
La tremenda exigencia de jugar un Europeo, torneo de menos prestigio que un Mundial o unos Juegos, hace que sean varias las estrellas que se borren de la cita. Por unos motivos u otros, en este Europeo nos hemos quedado sin la participación de jugadores como Arpad Sterbik, Laszlo Nagy, Timur DibirovMikhail Chipurin, Alexander Petersson o Farhudin Melic.

La exigencia de un Europeo resta espectacularidad

España y Francia, cansadas, cometieron muchos errores

El pasado viernes se jugaron las semifinales de la competición, a las que llegaron Croacia, Dinamarca, España y Francia, selecciones consideradas como las cuatro más fuertes del viejo continente. Y lejos de ver grandes partidos con actuaciones estelares, caso a parte está el partido de Joan Cañellas, presenciamos partidos de rachas en donde se cometieron más errores de los que se le presuponen a selecciones de la talla de las cuatro semifinalistas.
Es una pena que no hayamos disfrutado de unas semifinales de calidad, con cuatro equipos que pusieran sobre la mesa las enormes facultades que atesoran sus plantillas, pero es lógico que los jugadores de las cuatro selecciones lleguen con las fuerzas justas después de disputar seis partidos en 12 días para España y Dinamarca y en 11 días para Croacia y Francia.
Los jugadores llegan a las semifinales del Europeo con muchos minutos acumulados en sus piernas y con las fuerzas justas. En un deporte de contacto como es el balonmano el desgaste que supone jugar un partido del más alto nivel ante una selección potente es tremendo, y mayor lo es si a los dos días uno se vuelve a enfrentar a otra selección que no te permita ni un segundo de relajación.
Sin tener en cuenta el desgaste que sufren jugadores como Domagoj Duvnjak, Mikkel Hansen, Nikola Karabatic o Joan Cañellas en cada exigente partido de un Europeo, y solo teniendo en cuenta los minutos que tienen que estar en pista las estrellas de cada equipo, nos damos cuenta de lo duro que es un Europeo en comparación con un Mundial.
En el pasado Mundial, el central croata Domagoj Duvnjak, pieza clave de su selección, estuvo en pista 6 horas. Teniendo en cuenta que Croacia disputó 9 partidos, la media de minutos jugados de Duvnjak fue de 40 minutos por partido. Sin embargo, en el presente Europeo, en el que Croacia ha disputado siete partidos antes del tercer y cuarto puesto, Domagoj Duvnjak ya acumula 5 horas 39 minutos de juego, es decir, 48 minutos por encuentro.

La exigencia de un Europeo resta espectacularidad

Duvnjak, que está haciendo un torneo espectacular, llegó muy justo a semifinales

Todo este desgaste acumulado repercute en el juego de todas las selecciones y disminuye la espectacularidad de unas semifinales a las que llegaron cuatro de las mejores plantillas del planeta. En la semifinal que disputaron España y Francia hubo 18 pérdidas de balón, dato más que llamativo teniendo en cuenta la calidad de los jugadores que conforman ambas selecciones.
El cansancio con el que llegan todos los jugadores a estas fases de un Europeo hace que el acierto en el lanzamiento se vea reducido. Así, en la semifinal que enfrentó a Croacia con Dinamarca, la selección de Slavko Goluza, que llegó a los minutos finales cogida con pinzas, tuvo un 55% de efectividad, llegando a lanzar hasta 7 balones lejos de la portería que defendía Niklas Landin.
Con todo esto, se debería valorar hacer un cambio en el calendario balonmanístico, pues está muy bien ver enfrentarse a las mejores selecciones del panorama mundial día sí y día también, pero sería mucho atractivo si pudiéramos verlas jugar ofreciendo su mejor nivel, no viéndolas cansadas, con un ritmo bajo de juego y cometiendo errores impropios de su calidad.
@Eduagullo

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