Yo siempre digo que la mejor parte de las vacaciones es la semana anterior, esos días en los que vas al trabajo como flotando, sin importante el marrón que te pueda tocar porque sabes que en nada todo pasará y estarás disfrutando de tu merecido descanso. Sin embargo, cuando llega el ansiado primer día ya estoy pensando en que me queda uno menos para reincorporarme.
Eso es porque, desde chiquito, me recreo más con la expectativa que con la realidad.
Fíjate tú si seré raro que prefiero la previa del partido a la celebración del triunfo, el pase magistral que intuyo que acabará en gol al gol que, con tanta pasión, canta el comentarista. En definitiva, me resulta más agradable el cosquilleo de la incertidumbre que la placidez del hecho consumado.
Así, me hace más feliz el aroma del café que me llega desde la cocina al levantarme por la mañana que el primer sorbo y me quedo con la sensación que produce la buena pinta de un vino o un guiso antes, incluso, que con el momento de la cata.
Creo que no soy el único (y el que no que levante la mano) que se deleita solo con imaginar las historias que esconden un libro con un título o una portada sugerente y también soy de los que cada vez que reciben un paquete no pueden evitar que se les ponga una sonrisa de oreja a oreja al intentar adivinar cuál será su contenido. (Maldita sea, ya se me podría haber ocurrido patentar el unboxing).
Es más, a pesar de que ya acumulo muchos fiascos en los desenlaces, todavía la ilusión con la que encaro un nuevo proyecto supera con creces la decepción de cuando este fracasa.
Sé que hay gente que prefiere saberlo todo de inmediato y sin rodeos a vivir en la incertidumbre, pero yo insisto en que ojalá que uno pudiera prolongar a su antojo el instante preliminar, como cuando la imagen se congela en la pantalla al presionar el botón de pause en el mando del televisor, para así deambular constantemente por el territorio de la expectativa, donde la ilusión sigue intacta y la inoportuna realidad aún no ha empezado a hacer de las suyas para echar por tierra tus nobles perspectivas o anhelos.
Igual me comprenderán mejor si les digo que ahora mismo, con todo lo que está pasando en este catastrófico 2020, tengo puestas todas mis expectativas en el 2021. Solo espero que cuando por fin llegue no ocurra lo mismo que con los pedidos de AliExpress.
Imagen: José R. Hernández