La madrugada del 30 de Julio de 1977 el corresponsal del periódico ABC en Ciudad Real llamaba a la central de Madrid para relatar el infierno que vivió Ciudad Real. Una explosión había tornado en caos la tranquila capital de provincia manchega.
Corrían las 11 de la noche y todo parecía normal en el transcurso de la estación de RENFE de Ciudad Real. 45 minutos después, Clemente, uno de los encargados de la circulación en la estación, se encontraba cenando en su casa cuando unos gritos desde la calle le alertaron, y asomándose por la ventana comprobó desde lejos que algo estaba ocurriendo en su lugar de trabajo.
Acababan de explotar las dos cisternas de CAMPSA que contenían 30.000 litros de combustible, un total de 60.000 litros de líquido inflamable. La explosión fue aterradora, pues llegó a ser vista desde Mora (Toledo) que se encuentra a unos 90 kilómetros de Ciudad Real. La primera de ellas explosionó, dispersando metales hasta unos 200 metros de distancia, produciendo un calor tan intenso que hizo explosionar la segunda una hora después, mientras que la Cruz Roja se encontraba atendiendo a los primeros heridos.
El barrio que se encontraba al lado, el de Los Ángeles, tenía un total de 340 viviendas y el pánico alarmante cundió rápidamente, saliendo la gente a pie o en coche en todas direcciones. Los coches comenzaron a circular en dirección contraria, sin producirse accidentes meramente por suerte. La situación debió ser bastante confusa, pues la tensión generada llegó a trasladarse hasta el centro de Ciudad Real, pues se relata que la explosión provocó una gran nube negra en forma de seta.
Un total de 20.000 personas fueron desalojadas o simplemente corrieron despavoridas y unas 84 resultaron heridas, pues 250 se encontraban se encontraban próximas al lugar de la explosión. La onda expansiva de la explosión empujo al resto, que chocaron con diversos elementos de la calle o de la estación.
Las llamas alcanzaron los edificios del barrio cercano, donde dos viviendas quedaron calcinadas completamente, mientras que las planchas de hierro de las cisternas cayeron por el barrio o se incrustaron en las paredes o en coches. No se produjo un mayor daño gracias al trabajo efectivo de los ferroviarios y voluntarios, que retiraron a mano una serie de vagones que contenían más combustible. La rápida actuación evitó algo peor: las cisternas que explosionaron estaban en un convoy que dejaba a un lado la ciudad y a otro las instalaciones de CAMPSA. Aun así, la línea eléctrica de Madrid-Badajoz quedó cortada totalmente. A las 3:30 de la mañana el fuego fue extinguido, pero el trabajo se alargó hasta la mañana, cuando se aseguró la zona.
Sobre las 2:30 de esa noche, uno de los trenes que debían pasar por Ciudad Real fue parado en Malagón, donde los pasajeros accedieron a un autobús.
¿Por qué pudo producirse?
Generalmente un tren cargado de combustible no para en una ciudad, pero coincidió con una avería de otro tren de pasajeros, por lo que la prioridad obligó a que la cabina del primero se cediera al segundo. De todas formas, el misterio quedó cernido sobre el porqué de la explosión, sin saberse la causa que pudo desencadenar las explosiones. Aun así, la confabulación queda abierta: el tapón de seguridad estaba quitado y la válvula de descarga abierta.
Carlos Albalate Sánchez
*Noticia en ABC.