Los aficionados a la Entomología debieran darse prisa, no es broma. Estamos alterando de tal manera el medioambiente que ponemos en serio peligro de extinción los productores de nuestra alimentación, los insectos. Según un reciente estudio, en pocas décadas desde ahora, habremos situado al 40% de los insectos conocidos en todo el mundo en riesgo de extinción, lo que tendrá consecuencias imprevisibles para todos los ecosistemas y para nuestra propia superviviencia.
No hay una sola causa, sino que es una sinergia de varias, entre otras, la alteración de nuestro entorno, la pérdida del habitat natural, el cambio climático, la superpoblación y la urbanización, y la intensificación de la agricultura, que conlleva un uso extensivo de pesticidas y otros métodos insecticidas especialmente diseñados para acabar con determinados insectos.
Los insectos nos proveen de alimentos
Los insectos suman dos tercios de todas las especies animales terrestres y son fundamentales en la estructura de los ecosistemas. Son alimento de otras especies, polinizan las plantas, controlan plagas, regulan el suelo y el desrrollo de las plantas. Más del 60% de éstas son polinizadas por insectos, y son necesarios para su crecimiento, floración y la producción de frutos y semillas.
Plantas e insectos están en equilibrio coevolutivo; aquellas desarrollán floraciones que aparentan en forma y color a los insectos a los que atraen. Al alterar el equilibrio, especies más fútiles para nosotros invaden y colonizan el territorio. Por ejemplo, moscas y cucacharas tienen una gran prole que se reproduce rápidamente. Son muy molestos y apenas representan un 2% de los insectos.
Cuando se habla de extinción, los científicos se refieren a aquellas especies que son “útiles”, necesarias para nuestra alimentación. Un empobrecimiento en su diversidad tendría efectos negativos sobre la fauna y la flora, y serían substituidas por otras especies banales para nosotros.
No es sencillo determinar cuántas especies de insectos hay. De hecho, por cada especie hay varias denominadas crípticas o gemelas, es decir, de aspecto parecido y que sólo se diferencian en el ADN. A su vez, cada especie tienen varios parásitos, por lo general acáridos, también artrópodos, muy habituales entre el polvo de nuestras hogares y por debajo de las alfombras.
Hay una gran diversidad de insectos. Cualquiera que intentase hacer un cálculo acabaría mareado, y en resumidas cuentas, como dijo el científico británico Robert May, basta con pensar en que la mayoría de las especies animales que habitan el planeta son insectos. Para hacerse una ligera idea de cuántas especies podrían desaparecer en una extinción a gran escala, se calcula su peso en materia seca.
Los insectos son constructores de pirámides
Tendemos a pensar en los vertebrados como los amos de la naturaleza, lo más visible, pero un cálculo del peso de vertebrados e invertebrados conocidos, nos haría cambiar de opinión. Se ha calculado que por cada hectárea hay 200 kilos en peso seco de tejido animal, de los cuales un 93% corresponde a invertebrados, y un tercio de ese porcentaje corresponde a hormigas y termitas.
Los insectos son los componentes esenciales en la cadena alimenticia. Comen y son comidos. Favorecen el desarrollo de los suelos, de las plantas, y estás son ingeridas por otros que aprovechan la energía que les proporcionan para su desarrollo celular, tejidos y huesos. En la base de la Pirámide trófica no se hace asco a nada, todos comen de todo. Pero a medida que se asciende, las especies van diversificando y seleccionado su alimentación, de tal forma que llegados a la cúspide, los animales se han especializado tanto que, si escasea su comida preferida, correrán la misma suerte.
Así le ocurre, por ejemplo, al Koala, en Australia, especializado en hojas de eucalipto, o al Oso Panda, que no come otra cosa que no sea bambú. La biomasa, el peso en seco, va disminuyendo en cada escalón de la pirámide; por eso, a medida que se asciende hay menos animales “grandes” en comparación con la gran biodiversidad de animales “pequeños” que encontramos en la base.
Una disminución en la diversidad y distribución de insectos empobrece los suelos y altera el desarrollo de la vegetación, afectando no sólo a los animales insectivoros, sino también a los herbívoros. Una escasez en la población de éstos afecta a los siguientes en la cadena, los carnívoros, de tal manera que la pirámide se trunca e, incluso, se invierte, anuncio de una extinción masiva de consumidores por la escasez de productores. En los bosques tropicales de Centroamérica ya hay evidencias de este declive por el descenso de animales insectivoros como ranas, lagartos y aves.
Nosotros podríamos desaparecer, y los invertebrados seguirían con su lucha diaria. Pero, si es al contrario, nuestra supervivencia se verá seriamente amenaza. Al fin y al cabo, la Tierra, desde sus inicios, pertenece a los insectos.
Fuente: ABC Ciencia