LA EXTINCIÓN NOS ACECHA
En la medida que ha ido aumentando la población humana y sus necesidades alimentarias, la explotación inadecuada de los recursos naturales -especialmente la provocada por empresas mineras y forestales inescrupulosas-, se ha ido despojando de su habitad natural a varias especies de animales, dejándolas en peligro de extinción.
El uso de tecnologías contaminantes, como la de algunas industrias, las termoeléctricas, vehículos de combustión interna, entre otros, han desatado el cambio climático, aumentando la temperatura de los mares, facilitando el derretimiento de los polos, haciendo peligrar la subsistencia, por ejemplo, de osos polares y pingüinos.
El ciudadano, por lo general, transita por la vida inconciente de esta realidad, y de que su consumo cotidiano –o consumismo desatado-, aporta una cuota al ya atrofiado medio ambiente.
Cabe mencionar que en Chile, existen especies de animales que se encuentran en serio peligro de extinción. Algunos de ellos son: la Ranita Darwin (Rhinoderma Rufum), anfibio de la Región Libertador Bernardo O’Higgins; el Bagrecito, pez de aguas muertas o de desembocaduras de ríos; la nutria Huillín, que es cazada para comercializar su piel; el Huemul, este ciervo andino además es parte del escudo chileno; el Picaflor de Arica, que habita en el Norte chileno y que se le puede encontrar en jardines, plazas y zonas vegetadas; el Ave Becacina, el pez Carmelita; el Gato Montés Andino y la Chinchilla Cordillerana.
Solo en este país existen más de diez especies en peligro de desaparecer, y desgraciadamente tampoco a nivel mundial se vislumbran políticas ambientalistas sólidas, que protejan el capital ecológico de nuestro planeta.
Todas las especies, tanto animales como vegetales, vivían en paz antes de que el ser humano comenzara su “civilización”, salvo los grupos ambientalistas y grupos étnicos consideran la importancia de convivir en equilibrio con la naturaleza.
La contaminación de lagos, ríos y océanos, y la pesca de arrastre, también conspiran con la extinción de anfibios, peces y mamíferos. Por otra parte los insecticidas que se aplican en las grandes plantaciones, va eliminando algunos insectos beneficiosos para la agricultura y además contaminan los alimentos de consumo humano.
Albert Einstein, dijo que “si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida”. Tristemente estamos provocando una devastación de nuestro paraíso terrenal, y al parecer no existe freno para ello, pues son escasos los esfuerzos que se asumen para proteger, y comenzar la recuperación de la flora y fauna.
¿Estaremos a tiempo aún?, creo que es hora de tomar conciencia y aplicar medidas urgentes, antes que sea demasiado tarde, para no esperar la muerte, como si fuésemos virus humanos que ya no tienen nada más que consumir.
Podemos reciclar nuestros desperdicios, reforestar -hasta pequeños espacios-, no seguir invadiendo ni destruyendo el habitad de “nuestros hermanos menores”; denunciar irregularidades de empresas y personas que actúan sin criterios ecológicos, y solicitar a los gobiernos que dicten leyes que protejan los recursos naturales de una sobreexplotación, así estaremos ayudando a cuidar “este mundo que es uno y para todos”, el único hogar que tenemos.
Si no se toman las medidas correctas, no quepa la menor duda que la próxima especie en extinción será el homo sapiens.