El volcán se extinguió, su cráter permanece, y la vida, vive. La zona de conservación de Ngorongoro es un espectáculo de la naturaleza. Una panorámica constante que te rodea y te atrapa. Te atrapa igual que voluntariamente se encuentran atrapados miles de animales dentro del perímetro de su cráter.
Allí se debe vivir bien, las temperaturas son más bajas y hay agua dulce durante todo el año. También hay turistas durante todo el año, pero eso parece no importarles.
Pasamos un día entero dando vueltas, viendo toda la vida que existe y las grandes poblaciones de cebras y ñues, felices entre leonas, hienas y avestruces. Creo que es la primera vez que siento frío de verdad en mucho tiempo. Lo mejor de todo, mirarnos las caras y sentir juntos lo que estábamos viviendo.