La extraña guerra civil de las hormigas en Barcelona
Las autóctonas lo tienen muy mal
Cuando usted pasea tranquilamente por Barcelona, todo un mundo se le abre ante sus ojos. Monumentos, coches, calles, museos, más coches, jardines, turistas, aún más coches... todo ello proporciona un (más o menos) placentero paseo por la Ciudad Condal. Sin embargo, absortos en este marasmo de actividad urbanita, ignoramos totalmente que a nuestros pies se está librando, en estos mismos instantes, una auténtica guerra sin cuartel entre dos colectivos por la supervivencia. No. No me refiero a la lucha de los trabajadores del Metro por sus condiciones laborales -que también- sino a unos seres minúsculos a los cuales normalmente no damos importancia, las hormigas, y que se encuentran en plena y sangrienta guerra civil. ¿Guerra civil entre hormigas?, se preguntará. Pues efectivamente; no se preocupe, se lo explico.Las hormigas, a pesar de ser conocidas de todo el mundo y llegar a constituir ellas solas el 10% de la biomasa del planeta, realmente pasan desapercibidas en nuestro día a día excepto cuando les da por atacarnos las despensas. Es en ese momento cuando vemos la dificultad de erradicarlas, ya que su forma de vida en colonias y de reproducción, las hacen un modelo de éxito evolutivo sin parangón. Sin embargo, ese éxito, cuando por la mano del hombre se trasplanta de una zona a otra del planeta, se convierte en un problema. Se convierte en plaga.
2 mm de hormiga que da mucho de sí
Este fue el caso de la llamada Hormiga Argentina (Linepithema humile) que en primer decenio del siglo XX fue importada desde Sudamérica a Europa, donde ha hecho especial fortuna en todas las zonas de clima mediterráneo, sobretodo en las costas. Ello ha permitido que en más de 6000 kms de costa, desde Italia a Galicia (pasando por Francia, todo el levante peninsular, Andalucía y Portugal), la hormiga argentina se haya hecho la especie dominante, habida cuenta la gran agresividad contra las hormigas autóctonas, a las cuales casi ha esquilmado.6000 kms de costa conquistada
La clave de éste inusitado éxito ha sido una mutación que ha permitido que las colonias de este tipo de hormigas, lejos de luchar entre ellas por el espacio y recursos -como acostumbra a ser habitual en otras especies-, haga exactamente lo contrario, cooperando unas con otras y creando millones de colonias con billones (si, con "b") de individuos que se reconocen como pertenecientes a la misma familia. Esta falta de luchas intestinas, que limitarían sus poblaciones, y la alta tasa de reproducción al tener muchas reinas en cada hormiguero -no una sola, como normalmente-, han hecho que los científicos consideren la población de hormigas argentinas europeas como una única supercolonia y la comunidad cooperativa de seres vivos más grande del planeta. Da miedo sólo con pensarlo.No se sabe exactamente porque se produce este efecto de reconocimiento "familiar", pero se especula que sea una adaptación al nuevo ambiente propiciado por venir posiblemente de una primera y única reina emigrante. Sea como sea, parece que esta marea de hormigas, reposición en la vida real de la película "Cuando ruge la Marabunta", no pueda tener ni enemigos ni freno de ningún tipo pero todo Aquiles tiene su talón, y éste, para más inri, encima es catalán.
Efectivamente, los científicos han descubierto que entre las mismas hormigas argentinas, se ha desarrollado una población que entre ellas se reconocen pero que en cuanto se ponen delante de otra hormiga argentina que no corresponde a su "familia", la atacan hasta la muerte. Esta población se encuentra curiosamente en Catalunya y en la parte norte de Valencia y se le ha dado a llamar como supercolonia "Catalana", en contraposición de la supercolonia "Principal", que seria el resto de la población de hormigas argentinas.
Las luchas son a muerte
El grado de agresividad entre ellas es tan brutal que la única forma de distinguir a una integrante de una supercolonia de la otra es poniéndolas juntas y ver si se atacan, porque de otra forma actualmente resulta imposible hacerlo. Este "odio" hace que los combates entre ellas sean a muerte y que en la zona donde hay una colonia de "catalanas", no haya ni rastro de "principales" y viceversa. Justamente es en Barcelona donde estas dos supercolonias chocan más frontalmente y donde se está produciendo esta "guerra civil" entre uno y otro bando de hormigas argentinas.Hormiga y su cochinilla doméstica
El asunto de las plagas y la introducción de especies foráneas es un tema que está afectando seriamente ya no solo a nivel ecológico eliminando la vida salvaje autóctona y reduciendo la biodiversidad, sino donde más duele, económicamente, con innumerables perjuicios a la salud, a los cultivos y a las infraestructuras. Pero si lo que le preocupa es que se lo coma una marabunta de hormigas, no se apure, a parte de que básicamente se alimentan de la secreción dulce de las cochinillas y pulgones, los científicos especulan con que el destino de estas supercolonias es el acabarse por colapsar por la variación genética que se producirá con el tiempo dentro de la población, lo cual no se si le tranquilizará excesivamente.En definitiva, las hormigas argentinas siguen su particular batalla fratricida entre los pies y las sandalias de los turistas de Barcelona. Esta batalla no tiene enviados especiales, ni sale en portadas, ni hace retransmisiones en directo pero, como Teruel, también existe y es letal como pocas.
¡Tenga cuidado no le salpique la sangre!
Cara a cara, dan miedo.