Maurice Lyon es el hijo mayor de una importante familia de coleccionistas de arte franceses. Desde su nacimiento, Maurice parece destinado a heredar la extraordinaria colección de pintura que durante siglos ha pasado de padres a hijos. Sin embargo, una noche un grave incidente en la elegante residencia parisina de los Lyon cambiará su vida para siempre.
Repudiado por su familia y desterrado a Barcelona, planeará una venganza tan sofisticada como delirante mediante la cual iremos descubriendo los intrincados laberintos que trazan su oscura personalidad y los misterios que componen la extraña historia de Maurice Lyon.
Desde luego, “extraña” es la primera palabra que se me ocurre para calificar esta novela, así que el título no podía ser más adecuado. También su protagonista, Maurice, es un tipo extraño, y desde luego es casi lo mejor que se puede decir de él.
Me ha parecido un tipo ambicioso, frío y egocéntrico con un alma enferma. De verdad que a cada barbaridad que hacía estaba esperando el momento de decir “vale, no me caes bien, pero puedo acabar entendiendo qué te pasa, qué te ocurrió en el pasado y por qué eres como eres”, pero no lo he logrado. Reconozco que psicológicamente está muy bien trazado, pero desde luego me parece muy complicado que alguien empatice con él y su “causa”.Maurice Lyon, narrador de su propia historia, es hijo de una prestigiosa familia de coleccionistas de arte franceses, cuyo legado pasa de padres a hijos, aunque en el caso de Maurice, aun siendo el primogénito, no ha sido así. Quien administra la rica y vasta colección Lyon, tras la muerte de su padre, es Jacques el hermano pequeño de Maurice, que no solo le prohíbe que se acerque a la colección, sino que tampoco lo quiere ver por París, obligándole a volver a Barcelona, donde prácticamente vive desterrado, en cuanto termina el funeral.Para saber el porqué de todo esto habrá que llegar casi al final de la novela, pero por el camino, veremos qué se le ocurre a la mente de Maurice, digamos, como “pequeña” venganza. La novela se lee en un suspiro, porque además de tener una letra muy grande, la prosa es muy clara, sencilla, sin perderse en florituras innecesarias y además es realmente intrigrante, pero aunque me ha mantenido en suspense hasta el final, los motivos y las razones por las que Maurice es y actúa como lo hace, no me parecen lo suficientemente “dramáticas” para justificar unos actos que le van llevando a una espiral de consecuencias que cada vez le es más difícil controlar y que a mí, personalmente, me han ido dejando perpleja.De todos modos y aunque esperaba algo mucho más tremendo, para poder “perdonarle”, la novela me ha gustado y creo que vale la pena leerla. Además me ha hecho reflexionar sobre la obsesión que a veces trastorna a las personas por ser las dueñas de objetos de arte, siempre tan prohibitivos, que casi es imposible que disfruten de ellas por miedo a que se las puedan robar. ¿Un poco absurdo no?