Todo lo que se mide y observa, mejora. Es la lógica Bob Parsons. Y no le falta razón. Es pura Ciencia. Para avanzar hacia algún sitio hay que observar y medir distancias, tiempos y circunstancias. Todo avance pasa por estas premisas tan obvias aparentemente pero que difícilmente se llevan a la práctica, porque desde siempre el ser humano ha inculcado sus ideales en relación a la proporcionalidad numérica de sus seguidores. Cuanto más sean los proclamadores de un ideal mayor será la posibilidad de triunfo sobre otros ideales. Es una supervivencia de ideales pura y dura a espada y fuego. Los seguidores no miden y observan, sólo proclaman los que otros han medido y observado. Pero no todos observamos igual ni medimos igual. Es casi todo lo contrario. Medimos con nuestro metro y observamos con nuestra justicia y educación. Cuanto más objetiva e independiente sea nuestra medida y observación mejor se formarán nuestros ideales. Y ahí nos encontramos con ese "me temo que" la objetividad escasea proporcionalmente en razón a la lejanía de nuestros intereses. Cuanto más interés para nosotros menos objetivos. Y de ahí la opción "cuanto más, mejor; justo o injusto". La felicidad se ha convertido de esa forma en un producto para comerciantes lúcidos de una lógica emocional contundente. ¿Por qué no nos podemos quedar tan sólo con el sexo, el ejercicio, las amistades y la charla? Desde hace tiempo las personas demandan felicidad, y nacieron las primeras fábricas de felicidad, y midieron y observaron su valor mercantil, y mejoraron los productos dirigidos al consumista de felicidad. Pero no es una fábrica nacida de la Ciencia, sino de la dichosa Oferta y Demanda que tanto quebraderos da al bolsillo consumista. El Universo humano se mide en criterios económicos. Si no hay comida, vamos por animales para comer, y si no los hay, a por otras tribus vecinas. Canibalismo. Si un animal no es rentable se prohibe comer su carne (como el cerdo en ciertos países donde su engorde superaba su beneficio alimenticio, aunque después se camufle como un acto religioso) o se hace sagrado si es altamente rentable en costes alimenticios (como la vaca en la India, que es un seguro de vida al dar carne, leche y comerse los desperdicios orgánicos, aunque finalmente, se camufle igualmente como una decisión religiosa). Estamos llenos de tabúes, y uno de ellos es pensar que la felicidad no sea tan sencilla como no hacer nada y observar la belleza del Mundo porque sí. Ah, no. Necesitamos libros de autoayuda que sólo ayudan al bienestar de sus creadores. Necesitamos experimentarlo todo (por un precio). Y aquí nos encontramos, midiendo y observando para mejorar nuestras circunstancias vitales.