de Ibón Martín.
Título: La fábrica de las sombras.Autor: Ibón Martín.Editorial: Travel Bug, 2015Páginas: 440.
Resumen oficial.
Todo comienza una fría noche de niebla. La selva de Irati duerme despojada de hojas en su letargo invernal. Una joven aparece ahorcada en los arcos de la Real Fábrica de Armas de Orbaizeta. Cuando todas las hipótesis apuntan al suicidio, la escritora Leire Altuna recibe el encargo de investigar el caso. No será fácil. Tendrá que buscar respuestas en un remoto pueblo de apenas una docena de habitantes, un lugar donde nada ni nadie es lo que parece.Sus pesquisas, que la colocarán en el centro de una macabra diana, sacarán a la luz viejas traiciones y secretos familiares desgarradores. Mientras tanto, las gélidas aguas del río que atraviesa el lugar volverán a teñirse de sangre.
Ibon Martín teje una historia de intriga y pistas falsas sin igual, una trama trepidante que arrastra al lector a un territorio poblado de mitos y leyendas. La narración vuela con maestría entre los oscuros años del contrabando en la frontera y un presente plagado de sombras. Unas páginas escalofriantes que nos recuerdan que el mal y el ayer nunca cierran del todo la puerta.
Impresión personal.
El año pasado uno de mis lugares de vacaciones fue el Valle del Baztán en Navarra. Después de leer a Dolores Redondo y situarme en esos bosques llenos de niebla, árboles oscuros llenos de líquenes y musgos y esa gama tan rica de seres mitológicos, no pude resistirme a visitar esa zona que se me inspiraba llena de magia y fantasía. Algo similar me ha ocurrido con esta novela de Ibón. La ambientación que me ha ido dibujando en la mente sobre la selva de Irati, Orbaizeta, los pasos fronterizos, los seres mitológicos y esa niebla que siempre me llama ha provocado que estos parajes estén ya en mi horizonte viajero y no creo que tarde mucho en pasearme por las ruinas misteriosas de esa vieja fábrica abandonada. Sólo espero que no se me aparezca el cura del pueblo porque cada vez que aparece o interviene en la historia, se me erizaban los pelos. Ibón Martín ha conseguido de nuevo mantenerme en tensión entre bosques, vecinos iracundos y malhumorados y la intriga de hechos pasados que sólo ellos conocen y que han marcado el devenir de cada una de sus vidas. El barrio de la fábrica de Orbaizeta es, como muchos pueblos rurales en riesgo de desaparición, un lugar donde los vecinos esconden antiguos odios y rencores entre familias, un odio latente que en cualquier momento y ante cualquier hecho puede salir a la luz en forma de venganza y violencia. Rencores que se heredan entre generaciones y que lastran el progreso de una zona que podría progresar económicamente aprovechando sus propios recursos naturales. Ibón nos dibuja un barrio endogámico donde nada ni nadie nuevo es bien recibido. Los que allí viven, lo hacen porque quieren. Han escogido volver allí o quedarse para siempre buscando el aislamiento que les proporciona o la promesa de una justicia que quizás nunca llegue.
Es una de las cosas que más me ha gustado del libro, el dibujo social de apenas un poblado de un puñado de gente que no sólo mantiene un modo de vida tradicional sino que su carácter y la relación entre ellos proviene también de tiempos pasados y de hechos que ocurrieron en otra época y marcaron su carácter.
En este ambiente tan opresivo marcado por el paisaje y el entorno del barrio de la fábrica y por cada uno de sus personajes, se desarrolla una trama en dos tiempos muy bien entrelazada al final y muy bien desarrollada a lo largo de la novela. Una primera trama, durante la posguerra española donde el contrabando en la frontera pirenaica y el paso de refugiados de un país a otro, era una de las actividades principales de muchas de las familias del lugar. Esquivar a la Guardia Civil en los montes, entre nieblas, oscuridad y ruidos naturales y provocados era uno de los "deportes" obligados de la población para obtener en los años del hambre un dinero extra con que poder alimentar a su familia. La vida diaria de estas gentes y los hechos que acontecieron me han sobrecogido en más de una ocasión. La segunda trama, se desarrolla en la actualidad, una actualidad en la que de nuevo Leira Altuna, escritora ahora de novela negra, investiga una serie de muertes que van sucediéndose en la antigua fábrica y que afectan, sobre todo, a las personas cuya intención es rehabilitar el lugar para aprovecharlo turísticamente. El carácter de las escasas gentes que pueblan el barrio hace que tanto Leire como nosotros pensemos que todos y cada uno de ellos puede ser el/la asesino/a. Gente antipática donde las haya, oscuras y reservadas, religiosas de velo y mantilla, observadoras y cotillas y, sobre todo, llenas de rencor y un odio que sorprende. Pero incluso, quien es algo más receptivo o receptiva, me ha resultado sospechoso porque es como la pieza de un puzzle que no encaja en el lugar. Unos personajes muy bien dibujados, que estremecen individualmente y cuando se juntan es como para salir corriendo montaña abajo. Por eso, a veces no he entendido a Leire Altuna, su temeridad, la falta de visión de lo que le rodea y lo que está ocurriendo. No sé, muchas veces no entiendo como se embarca en plena noche y se adentra en esa selva o entre los muros derruidos de la vieja fábrica. Parece que todo alrededor oprime al lector mucho más que a ella y una se encuentra preguntándose ¿pero donde va esta "colgada"?
En conclusión, La fábrica de las sombras me ha parecido una lectura muy recomendable si una es amiga del suspense, de los ambientes opresivos llenos de intriga, misterio y unos personajes que, cada uno a su manera, te hace preguntarte si es quien dice ser o es lo que te parece a simple vista. Un lugar para visitar (de día y con sol) lleno de encanto, magia e historia....mucha historia. Os la recomiendo sin duda.