“Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar“…, así reza un dicho muy antiguo al que ahora parece no dársele ni la mínima importancia. Y es que vivimos en un mundo que gira alrededor de su ombligo y los problemas no se ven ni se afrontan desde un punto de vista colectivo sino todo lo contrario.
Los problemas, los peligros, las amenazas… no nos hacen reaccionar a menos que las tengamos a pie de nuestra propia puerta, pero a lo mejor en ese momento ya es tarde. Aunque algo no nos afecte de manera directa, no debemos dejarnos llevar por la pasividad, tarde o temprano pagaremos todos las consecuencias, así que involucrémonos entre todos y afrontemos las situaciones conscientemente.
Esta reflexión viene a raíz de una fábula que leí esta tarde y aunque vieja, nos ayuda a revalorizar ese bien que a veces tenemos olvidado: la Solidaridad.
Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió emoción pensando que era lo que contenía.
- ¿Qué tipo de comida puede haber allí?. Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera.
Fue corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo: – Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, mas no me perjudica en nada, no me incomoda.
El ratón fue hasta el cordero y le dice: – Hay una ratonera en la casa, una ratonera!
- Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo: – Pero acaso, estoy en peligro?… Pienso que no, es más estoy segura que no.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra veloz mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre. Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien con fiebre, nada mejor que una sopa.
El granjero agarró su hacha y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo.
El granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
Así que la próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como no es tuyo, no le debes prestar atención… piénsalo dos veces.