Revista Sociedad

La falacia de la imposición

Publicado el 17 octubre 2014 por Luistovar
La falacia de la imposición
Siempre que se discute sobre la moralidad de nuestra relación con los demás animales, otra de las objeciones contra el veganismo que más aparece expresada habitualmente es aquella que dice que "no tenemos derecho a imponer nuestras creencias o ideas a los demás". En este ensayo voy a intentar aclarar si semejante argumento tiene alguna legitimidad racional.
En primer lugar, resulta más o menos evidente comprobar que quienes alegan semejante objeción estarían de hecho incumpliendo su propio criterio, puesto que ellos imponen sus ideas antropocentristas sobre los demás animales, es decir, someten a millones de animales nohumanos a ser explotados para servirnos de comida, vestimenta, transporte, o entretenimiento, entre otros fines. Pero los demás animales no han dado su consentimiento para ser utilizados en nuestro beneficio y esa explotación implica una violación inherente de sus intereses más básicos (el deseo de vivir, el deseo de evitar el daño y el sufrimiento) que todos los seres sintientes compartimos.
Esta contradición sucede porque la mayoría de la gente asume de partida como válido el prejuicio especista que discrimina a los demás animales de nuestra comunidad moral por el mero hecho de ser humanos, sin importar que la diferencia de especie no supone una diferencia en los intereses básicos. Esto es: tratan de justificar el especismo con un argumento especista. Lo cual es una petición de principio (una falacia que consiste en usar como argumento la misma tesis que se debe demostrar).

Nadie obliga a nadie a ser vegano contra su voluntad. En cambio, quienes participan en la explotación animal están obligando a los animales nohumanos a estar sometidos a la esclavitud, siendo víctimas de abusos contra su libertad, su vida y su integridad física. Si alguien considera que es válido el principio de que no debemos imponer nuestros deseos y necesidades a otros individuos, entonces debería, por coherencia, dejar de utilizar a los demás animales.
En segundo lugar; si quienes alegan esa objeción pretenden implícitamente manifestar que no exista tal como una moralidad objetiva, un código de conducta universal que debamos acatar, entonces incurren en una contradicción que es inherente a cualquier postura relativista. Es decir, si uno pretende afirmar que no hay verdades o principios objetivos universales, entonces !estaría afirmando una verdad universal y objetiva! He ahí la inconsistencia intrínseca al relativismo que lo refuta como un absurdo lógico.

Hay otra razón, además, que explica por qué criticar una postura ética alegando simplemente que quienes la proponen buscan "imponer su punto de vista a los demás" no puede ser una crítica válida ni razonable.Preguntémenos: ¿qué significa estar en contra del racismo si no es, al menos en parte, pretender que dejemos de discriminar a otros individuos por su raza o amonestar en su conducta a aquellas personas que lo hacen? ¿No es esto, acaso, una imposición en contra de la conducta racista? Obviamente lo es. ¿No estamos coartando las libertades de los racistas y siendo intolerantes con sus ideas y acciones? Claro que sí. Ahora bien, ¿es esta imposición éticamente justificable? Ésa sería la pregunta acertada.

Por la misma razón, no es una crítica honesta ni válida juzgar que una ética de respeto a todos los animales busca restringir las acciones de los demás, ya que la aplicación de toda postura ética incluye una imposición y una restricción en nuestra conducta.
La falacia de la imposición

No hay ninguna postura moral, política o legal que no pretenda de alguna manera imponer sus ideas a otros. La imposición no es una característica que distinga a unas doctrinas de otras, sino que es inherente a todas ellas. Lo inteligente, por tanto, es preguntarse:  1) qué tipo de imposición prescribe; y 2) qué supuesta razón justificaría tal imposición.

Pongamos otro ejemplo de "imposición" que se suele alegar contra el veganismo: el hecho de que los veganos alimentan a sus hijos de forma vegana. Por hijos entendamos aquí a los hijos naturales o a los que han sido adoptados (ya sean humanos o nohumanos). ¿Hay imposición? Bueno, si realmente la hay, no sería esencialmente diferente a la imposición que todos los padres practican respeto de sus hijos. 

Todos los padres dictan a sus hijos una serie de pautas de comportamiento, sobre todo y especialmente cuando no pueden valerse por sí mismos como seres responsables de su conducta. Estas normas simplemente existen (o deberían existir) para beneficiar a los hijos, para asegurar su vida y su bienestar. De nuevo comprobamos que hablar meramente de "imposición" no aclara nada en absoluto acerca de su legitimidad. 


La falacia de la imposición

Ahora bien, si por imposición queremos referirnos correctamente a forzar a otros sin su consentimiento, o contra su voluntad, para satisfacer nuestros deseos, debo señalar el éxito del veganismo como movimiento no se puede basarse en la imposición (ya sea legal o intimidatoria) sino en la concienciación educativa.

Cuando hacemos activismo educacional (y creo que afortunadamente cada vez más veganos se están inclinando por este tipo de activismo) no estamos imponiendo; estamos meramente informado, dialogando y concienciando a la sociedad. Estamos practicando la persuasión que apela a la razón y la conciencia moral de la gente. Y si esto es algun tipo de "imposición", entonces no lo sería menos el adoctrinar en prejuicios especistas a través de la educación que recibimos desde niños. Luego resultaría que todos practicaríamos la imposición y volveríamos de nuevo al punto señalado anteriormente: ¿se justifica la imposición que pretendemos o practicamos?No hay ningún argumento que justifique racionalmente la explotación que ejercemos sobre los demás animales. En cambio, sí hay razones que explican por qué el veganismo es la opción éticamente correcta. Empezando por el principio básico de la igualdad.No puede ser ético, desde un punto de vista racional, que impongamos nuestros deseos y necesidades sobre otros animales que tienen los mismos intereses básicos que nosotros. Y es absolutamente inexcusable que lo continuemos haciendo cuando es un hecho demostrado que podemos vivir sin utilizar a los demás animales.Como activista, no es mi intención inicial imponer nada a nadie, sino todo lo contrario: que nadie que sea responsable de sus actos imponga sus deseos personales a otros; es decir, que todos los agentes morales actuemos de forma ética. La ética no es una imposición, algo externo que se cierne sobre nosotros, sino que es el fruto de nuestra propia razón moral.

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