La falacias sobre las que elaboramos la justicia

Hay un concepto de justicia y de moral sobre la cual desarrollamos nuestras vidas: si somos todos iguales, sobre la propiedad privada, el valor de la vida, etc… cambiar nuestro punto de vista sobre alguno de estos puntos es algo que cuesta mucho, y cuesta por la sencilla razón de que no podemos entender nuestro universo sin estas ideas. En esta misma línea, cualquiera que no esté de acuerdo con nuestras teorías es rápidamente censurado y somos incapaces de ponernos en los zapatos de otro para entender como es posible que no comulguen con nuestra cosmovisión.

Son realmente polémicos los trabajos al respecto de la moral y los valores que hicieron algunos psicólogos, como el experimento de stanford, pero la cruda realidad es que muchas veces acabamos actuando como esas personas a las que despreciamos y tildamos de amorales cuando se dan las circunstancias adecuadas.

Sobre este particular ya había reflexionado pero hoy Maria, una antigua compañera de trabajo, ha compartido un vídeo sobre la justicia de clase que me ha hecho reflexionar. Según un estudio parece demostrado que las personas con mayor poder adquisitivo son más propensas ha hacer trampas, no respetar las leyes y, lo realmente interesante, es creer que ellos pueden hacerlo porque es lo justo. Paradójicamente, cuando se simulaba la escala social, por ejemplo jugando al Monopoly y dando más facilidades a un jugador en detrimento de otro, este mismo efecto se podía observar: cuanto más rico, más fácil saltarse las normas y creer que la justicia se ha de amoldar a ellos.

Esto es muy importante, porque cuando desconectamos nuestros logros como profesional de las facilidades que nos ha dado nuestra posición social, tendemos a creer que todo lo que hemos conseguido ha sido por nuestros méritos y no por nuestra riqueza y contactos. Y por este mismo principio, legislamos para que estas ventajas sociales se conviertan en ley, y esto se puede hacer porque son las jerarquías sociales que están más cerca del poder son las que pueden influenciar y promover este tipo de leyes.

Si esto es cierto, nos llegas a la conclusión que la legislación vigente solo está diseñada para proteger a los más poderosos. No es un pensamiento agradable, pero si das un paso más y te buscas a ti mismo, te planteas sino estás pecando de lo mismo, si tu escala de valores no es exactamente la adecuada, y sino lo es, ¿cual debería de ser?.

Estaríamos de acuerdo que si en un examen una persona saca un siete y otra un ocho, el de ocho tiene más conocimientos y es mérito suyo el haberlo conseguido. Pero si resulta que el que ha sacado un ocho tiene profesores particulares, un entorno familiar que ayuda y favorece el estudio, que su familia está muy relacionada con el colegio y que el profesor es el hermano de la madre, ¿pensaríais lo mismo?, y lo que es más importante, ¿pensaría el alumno que el mérito es todo suyo o es en parte por la suerte de su situación personal?.

Son preguntas complicadas, que si las traspasamos a las empresas pueden darnos alguna que otra sorpresa. Como algunas que triunfan por sus contactos y no son capaces de reconocerlo, otras que consiguen el éxito por una simple casualidad de tiempo y espacio y no por méritos tecnológicos. El resultado es que casi todos los que han triunfado suelen olvidar esos condicionantes extras, ese yo y mi circunstancia que decía Gasset, y se autoconvencen que todo el éxito que tienen es mérito suyo y harán todo lo posible por conservarlo.

Quizás, tendríamos que aprender perspectiva social y lo que siempre pido a mis hijos, pensar, sed generosos, sed humildes, pero sed críticos y no os deis nada por sentado, lo diga yo o lo diga el director de BCE.

Película: The Adventures of Robin Hood

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