Son quienes se dedican a prestar atención personalizada a parados y a empresas, los primeros a los que se suele acudir cuando se pasa a engrosar la inacabable lista de la lacra lacerante por la que se desangra esta sociedad. Son los promotores de empleo del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y los integrantes de los servicios sociales municipales de las Delegaciones de Empleo y de Economía del Ayuntamiento de Sevilla. La primera trinchera en una batalla que ya parece imposible que se pueda ganar alguna vez en este país.
Los recortes se han cebado de una forma brutal con ellos, dilapidando puestos de trabajo y actuaciones imprescindibles en barrios donde campea la marginalidad y la exclusión. Mientras las administraciones titulares se pasan de manos la pelota, como la falsa moneda, eludiendo responsabilidades y mirando para otro lado. Las culpas fluyen de unas a otras, como si de una cascada terrorífica se tratase, dejando tras de sí un reguero interminable de desolación y desconsuelo. De impotencia.
Tan sólo la Junta de Andalucía va a prescindir de 1.540 de ellos, de lo que culpa a los recortes de Rajoy en este capítulo, 1.500 millones de euros, que les han obligado a disminuir los fondos previstos en un 57%. En los presupuestos de la comunidad autónoma para 2013, las acciones para el fomento del empleo han sido recortadas más de un 30%, de 1.183 millones a 825, de los que 307 serán para empleabilidad, intermediación y fomento del empleo y otros 322 para formación profesional.
En el Ayuntamiento de Sevilla tampoco andan como para tirar cohetes con un tema tan sensible. Serán 150 trabajadores menos en los servicios sociales de las delegaciones de Empleo y Economía. Los datos son escalofriantes; de 24 proyectos el año pasado se reducen a sólo tres, de 134 técnicos quedarán sólo 18, de más de 14.000 personas atendidas se pasa sólo a noventa y se limitan a sólo tres las zonas especialmente sensibles atendidas en toda la ciudad.
Las consecuencias no pueden ser más terroríficas y se ceban con los barrios más castigados de la ciudad. Es el caso de Tres Barrios-Amate, donde el paro supera ya el 70% de la población en edad de trabajar. Es igualmente extensivo a otras zonas de la ciudad como la sur, la norte y San Pablo. Las escuelas taller, los talleres prelaborales, las bonificaciones para los comedores sociales y el personal de los servicios sociales básicos, todo vuela por los aires ante el ciclón de una crisis que no tiene miramientos con nadie. Y menos con los más débiles.
La Sevilla negra cada vez más desangelada, más invisible, mientras ellos ahora pasaran a ser atendidos por los escasos compañeros que queden en las oficinas del paro. Una tragedia de la que por desgracia aún quedan actos por escribir.