Por medio de un método experimental llamado “Crianza artificial” investigadores estudian la importancia del contacto madre-hijo desde el primer momento de vida. Las actitudes violentas, antisociales e incluso el conocido bullying (hostigamiento escolar), son problemas de conducta de las personas, que podrían estar relacionados con la falta de afecto y contacto entre una madre y su hijo y/o familiares, revelaron científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), quienes estudian este fenómeno en animales de laboratorio.
El contacto madre-hijo desde el primer momento de vida, es de suma importancia para el desarrollo de las personas, incluso, los resultados podrían sentar las bases para el desarrollo de fármacos capaces de ayudar a corregir problemas de conducta.
Ángel Ismael Melo Salazar, adscrito al Laboratorio en Reproducción Animal del Cinvestav Tlaxcala, explicó que para el adecuado desarrollo del cerebro, es necesario que el sujeto reciba estímulos, sobre todo en etapas tempranas (periodos críticos de desarrollo), los cuales permiten generar densidad dendrítica en las neuronas, lo cual ayuda a regular/modular la expresión de ciertas conductas como: las sociales, sexuales, agresividad, cognitivas, de aprendizaje y memoria, etcétera.
La interacción entre hermanos en etapas tempranas también es parte fundamental en este fenómeno, pues funcionan de similar manera (como estimulantes sociales) que la madre, es decir, influyen en la conducta futura del sujeto.
Mediante un modelo denominado “Crianza Artificial”, los investigadores estudian diversas conductas a través de pruebas con animales de laboratorio, en donde separan a parte de la camada de su madre. Gracias a ello, lograron observar que los animales aislados de toda estimulación son fuertes candidatos a presentar hiperactividad, conductas antisociales e incluso agresividad.
“Comprobamos que crías que fueron separadas de su madre poco después del nacimiento y se mantuvieron dentro del sistema de crianza artificial hasta el destete, al llegar a etapas adultas muestran modificaciones conductuales negativas (déficit de conducta materna, mayor agresión maternal, déficit de aprendizaje social, hiperactividad, alteraciones en la conducta sexual masculina, etcétera). Además, estos animales presentan menor densidad dendrítica en ciertas áreas neurales”, señaló el investigador.
“En el caso de las personas, es muy común ver que los hijos que recibieron una mala atención, ya sea por abandono o por descuido, mantienen las actitudes antisociales en su etapa adulta”. Estos casos se pueden reproducir hasta una tercera o quinta generación.
Este estudio permite constatar que el contacto físico es básico, ya que dentro de los experimentos realizados se dio estimulación artificial mediante un cepillo de cerdas de camello, a un cierto número de ratas, simulando el contacto que una madre proporciona a su cría, y el resultado es que presentaron un mejor desarrollo en el cerebro, a diferencia de las que no recibieron ningún estímulo.
De hecho, un caso especial en Rumania, en donde se observó que no sólo el afecto maternal puede influir en la conducta de los niños, sino también los ambientes enriquecidos (visuales, auditivos y de actividad locomotora, juegos, etcétera), ya que en varios orfanatos algunos menores recibieron estimulaciones musicales y manifestaron un mejor progreso cognitivo.
El investigador titular del proyecto trabaja en conjunto con Alison Fleming, de la Universidad de Toronto, con quien ha intercambiado información sobre los estudios realizados sobre el tema, tanto en México como en Canadá.