Leyendo la interesante entrevista que el Gran Wyoming le ha hecho a Ada Colau en su libro “No estamos solos” ha habido una frase, que por lo visto es una constante en muchos casos de personas que han acabado desahuciadas de su vivienda, digna de ser analizada, la frase es la siguiente: “yo no quería comprarme una casa, pero el director de la oficina, que conocía desde hacía treinta años a mi padre, le convenció de que si yo alquilaba tiraba el dinero y que no tirara el dinero se convirtió en una prioridad familiar”. Dicha frase me ha hecho pensar en como ha evolucionado la banca y en unos cuantos casos que conozco de prácticas poco éticas de sus empleados, así como en mi propia experiencia con algunas entidades financieras.
Quienes tenemos ya una cierta edad somos conscientes de la evolución que ha sufrido la banca y las cajas desde nuestra infancia a la actualidad. Los bancos y cajas hace ya unos cuantos años tenían una única o prioritaria labor, la gestión de los ahorros y posteriormente la de nuestras nóminas. Cuando visitabas tu banco o caja te encontrabas con don Anselmo, don Miquel o con cualquier otro al que siempre le anteponías el don por delante del nombre. Quien trabajaba en banca fuese el director o del bedel era una persona muy respetada con la que el trato era de máximo respeto y con las que siempre había una cierta distancia. Pero llegaron nuevos tiempos y bancos y cajas evolucionaron, para nuestra desgracia, para hacerse más cercanos buscando con ello ser más atractivos, vender mejor sus productos y captar con ello a nuevos clientes. Y para bien o para mal esta nueva actitud se convirtió en una trampa para todos aquellos incautos que confiaron sin tener los debidos conocimientos en estos desalmados vendedores de productos financieros.
Antiguamente pocas eran las veces en las que se tenía relación directa con el director de tu oficina bancaria, pues por lo general pocos eran los temas a tratar con tan importante persona, y si por algún motivo tenías que acceder a sus despacho no era para venderle tu alma al diablo, como ha pasado en los últimos años. Pero con la evolución y proliferación de las entidades financieras los directores se convirtieron en personas de los más cercanas que supieron ganarse la confianza de un elevadísimo número de clientes. Y para desgracia de muchos que llegaron a confiar en exceso en los delegados de sus oficinas, llegando a creer que esos señores eran sus amigos, pasó lo que pasó, gente empeñada en pagar desproporcionadas hipotecas, inversión en preferentes, préstamos de alto interés e inadecuados por el volumen de ingresos de esas familias.
Pero no siempre han sido los delegados de la oficina los responsables de empujar o animar a un cliente a endeudarse sin explicarle correctamente los pros y contras de la inversión o del producto donde ponían sus dineros, porque se por buenas fuentes de cómo las entidades financieras presionaban a todos sus empleados para que, como si de simples comerciales se trataran, colocaran un mínimo de determinados productos y como buena parte de estos dejaron su ética a un lado y obedecieron. Las entidades financieras han jugado demasiado con el dinero de sus clientes sin pensar o sin querer ver las consecuencias que podían tener en las humildes familias, porque al final de cuentas los problemas siempre los han tenido los mismos, porque ningún adinerado cliente ha tenido que preocuparse con los productos tóxicos o porque se le animara a hacer una inversión por encima de sus posibilidades.
Recuerdo el caso de un conocido que empeñado hasta las cejas por su hipoteca y el préstamo del coche fue a su entidad financiera a pedir un nuevo préstamo para comprarse una moto, y de como su amigo el director le informó sobre la inviabilidad de la operación. El señor director le informó que no se le podría conceder un nuevo préstamo pues su central se la rechazaría, pero, pero, pero había una solución, la compra a plazos de un fantástico ordenador último modelo y con el préstamo del mismo podría sumarle el importe necesario para poder comprarse la tan deseada moto.
Está claro que mucha gente se endeudó por propia voluntad, pero ¿le explicaron los bancos las consecuencias que podría tener si por las causas que fueran no podía pagar su hipoteca? ¿Quién controlaba a las empresas de tasación que siempre valoraban a la alza las propiedades garantizando que la compra de esta o aquella propiedad era una gran inversión? ¿Cómo es que no tenían un código ético que no impidiese que se hicieran con las propiedades de sus clientes a la baja, con lo que buena parte de la deuda aun quedaba pendiente de pago?
Aun recuerdo cuando siendo muy joven se me ocurrió montarme un negocio y como ante la dificultad de conseguir financiación acabé en el Banco Central Hispano, el cual me aseguró el crédito con unas cuantas condiciones, entre las que estaba quedarme con unas cuantas acciones de la entidad. Este pobre pringado se convirtió de la noche a la mañana en accionista de un banco porque fue uno de los requisitos que tuve que asumir para poder conseguir dicho crédito.
Pero al margen de estas anécdotas personales hay gente que lo ha perdido todo por culpa de la falta de escrúpulos de las entidades financieras y por las desacertadas políticas, por no decir criminales, de nuestros gobernantes que potenciaron la burbuja inmobiliaria con la liberalización del suelo, con beneficios fiscales por la compra, al tiempo que se desincentivaba el alquiler.
Como ejemplo muy directo de las nefastas consecuencias que pudo tener el sistema hipotecario de este país haré referencia al caso de un amigo, una persona que cuando por problemas familiares y laborales se vio incapaz de pagar su hipoteca se encontró con la desagradable sorpresa de perder su casa. No contentos con arrebatarle su casa el banco la compró en tercera licitación por un cincuenta por ciento del que era su precio de mercado en dicho momento, con lo que esta persona se encontró sin casa y con una deuda de cierta cuantía que después de casi diez años de haberla perdido aun sigue pagando a través del embargo proporcional de su nómina.
Hasta que no llegue el día en el que nuestros gobernantes legislen a favor del pueblo y admita la dación en pago –como ya existe un muchos países de economía neoliberal-, se seguirán cometiendo un altísimo número de injusticias y la banca seguirá abusando de su posición privilegiada, posición que les viene principalmente de ser los principales financiadores e inversores de las campañas electorales de los grandes partidos de este país. Porque hasta la fecha ni al PP ni al PSOE han querido aceptar la dación en pago, algo que hubiese perjudicado a sus amigos de la banca, pero no han tenido problema alguno en aprobar el rescate y la refinanciación de las entidades financieras, principalmente las cajas que ellos desde los consejos de administración ayudaron a hundir, con ingentes cantidades de dinero público.
MSNoferini
Estimación de hace más de un año sobre ayudas y avales recibidos por la banca de este país.
P.D. Soy consciente que no es lo mismo un Banquero que un bancario, por lo tanto quisiera dejar claro que no deseo criminalizar a todo el colectivo por los errores o la falta de ética de unos cuantos, por ello mi respeto más abosoluto para los honrados bancarios –que de haberlos haylos- que nunca engañaron a nadie y siempre miraron de informar de la mejor manera posible a sus clientes.