Revista En Femenino
(Conceptos de Laura Gutman)“Al abandonar la más completa hospitalidad del útero materno, el bebé necesita llegar a un solo lugar: los brazos de su madre. Y aunque en los últimos siglos los bebés estén siendo privados de esta invalorable experiencia, cada nueva criatura que nace espera encontrarse en ese mismo lugar”.
¿Cómo se priva a los bebés de ese calor? Bueno, según la autora, bastan algunas creencias y prejuicios sobre la crianza para que eso ocurra, como dejarlo llorar “para que aprenda a dormirse solo” o mantenerlo siempre en su cuna “para que no se acostumbre a los brazos”.Lo anterior es vivido por el bebé como violencia. Porque actúa en detrimento de sus necesidades básicas. La violencia del desamparo, la llama. “Cuando el bebé no obtiene lo que necesita, se desespera. Y a medida que crece, va conformando una identidad en la que siempre sigue necesitando. Entonces golpeará a otros, manipulará, se convertirá en víctima, enfermará o luchará por obtener lo que creía imprescindible para su supervivencia emocional. Aunque habrá olvidado lo que siempre quiso pero ya no podrá conseguir: mamá”.La mala noticia es que casi todos fuimos víctimas de esa violencia invisible, de ese desamparo, porque nos faltó comunicación, brazos, mirada, alimento, ternura, cobijo o, en lenguaje Gutman, nos faltó ‘maternaje’. “Somos niños insatisfechos en cuerpos de personas adultas. Lo único que importa, al igual que en la primera infancia, es yo y mis propias necesidades”...La segunda mala noticia es que las personas que no fueron ‘maternadas’ difícilmente podrán satisfacer las necesidades de sus bebés. “Si yo soy una necesitada, tendré dificultades para tolerar a este nuevo ser que pide y pide, porque soy yo la que necesita estar en brazos todo el tiempo. Aun las mujeres más deseosas y amantes de nuestros hijos sentimos en un lugar muy profundo que este hijo nos devora, nos mata, nos expulsa de nuestra propia vida. Entonces, se declara la guerra de deseos y aparece el discurso: ‘éste no me las va a ganar, yo necesito tiempo para mí’. En el fondo, no podemos tolerar estar a solas con nuestro hijo. El bebé nos obliga al contacto, pero ese contacto duele...La buena noticia –sí, la hay– es que se puede revertir este círculo de violencia. Pero debemos estar dispuestos a mirarnos, interrogarnos, explorar nuestras zonas más oscuras y “comprender la trama completa de nuestras familias”. Es decir, un trabajo de introspección y otro de retrospección.Mamá se va a trabajarLaura Gutman estudió psicopedagogía clínica en París, donde se formó con la psicoanalista Françoise Dolto y donde conoció a Michel Odent, el famoso obstetra que reinstauró el parto natural en los hospitales franceses y el padre del alumbramiento en el agua. De vuelta en Argentina, creó el centro Crianza, institución que dirige y donde funciona una escuela para profesionales de la salud y la educación, un equipo de doulas y terapias individuales y de pareja. Escribe regularmente para revistas españolas y ofrece conferencias sobre sus ideas en Argentina, México, España y, ahora, en Chile.“Yo trabajo desde los 15 años, por lo que defiendo mucho la autonomía”, dice Laura Gutman.¿Cómo conjugamos la necesidad de desarrollo personal y profesional con todos estos mandatos de maternidad activa? “El problema no es trabajar , es que se ha sobrevalorado el éxito social y se ha subvalorado la maternidad. Se ha invisibilizado”.Pienso que ésa es una muy buena forma de expresar lo que realmente ocurre. Invisibilidad de la maternidad. Eso es. Soy madre, pero mejor no hablo de eso fuera de mi casa porque a nadie le interesa, porque no se ve bien. Es como si los niños no encajaran en el sistema, como si hubiese que apartarlos para que no molesten.“Uno de los problemas es que las madres estamos solas y aisladas. La familia nuclear nos aísla, la sociedad de consumo nos aísla y las grandes ciudades nos aíslan si criamos niños pequeños. Todo era distinto en las tribus, en que había más miradas de adultos para con los niños, madres amparadas en otras madres, apoyo”.“Esto nos compete a todos, pero a veces somos las propias mujeres las principales depredadoras de otras mujeres”, “En estos tiempos está lleno de depredadores de la díada madre-hijo. Todos nos proponen mayor separación”, “No importa si trabajamos o no. Importa saber si logramos fundirnos en las necesidades de los niños pequeños, con relación al contacto corporal, el cobijo, la lactancia, los brazos disponibles y la presencia durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la noche. Siempre es posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar el precio del abandono emocional”.
“El maternaje no es libre , pero es un ratito en la vida. Es una inversión , porque cuanto más maternado esté un niño, más sano e independiente será”...