Si no hubiera contado con una institución tan fuerte y solvente como la familia, la sociedad española no habría podido resistir las agresiones e injusticias del gobierno de Zapatero y, probablemente, la gente, desesperada, se habría lanzado a las calles a cazar a los odiados políticos como si fueran patos en la laguna.
La familia está siendo la salvación de España, el único baluarte capaz de resistir la infelicidad reinante, el declive general, las barbaridades de Zapatero y los estragos de la crisis. Muchos hijos que se independizaron, despedidos ahora de sus trabajos, están regresando a los hogares paternos, donde se les acoge; muchos padres están pagando las hipotecas de sus hijos desempleados, para evitar que les quiten sus viviendas; las familias se reagrupan y resisten juntas los dos peores dramas de la España contemporánea, que son el mal gobierno de Zapatero y el avance general hacia la pobreza.
Millones de familias españolas se están descapitalizando y empobreciendo por aportar medios de subsistencia a los jóvenes, más de la mitad de los cuales están desempleados, supliendo así lo que debería haber sido un deber irrenunciable del gobierno. Pero la cultura "progre" no tiene ni la grandeza ni la generosidad necesarias para asumir ese gran valor de la familia.
Mientras en España, los "progres" de Zapatero hostigan y desprecian a la familia, sin reconocer el papel vital que está desempeñando en estos momentos difíciles, en Inglaterra, el recién elegido David Cameron anuncia que revitalizará a la familia para fortalecer así los cimientos de la sociedad británica y poder así resurgir.
Phillip Blond, gurú de David Cameron, acaba de afirmar en unas declaraciones publicadas el sábado 29 de marzo en el diario "El Mundo", que "la gente (en Gran Bretaña) empieza a darse cuenta de que la institución más progresista es el matrimonio" y que el principal objetivo del nuevo gobierno de Cameron y Clegg es "crear una sociedad civil fuerte y transformadora", una política que se sitúa en las antípodas de Zapatero y su legión de "progres", que han intentado minar la estructura familiar y que han ocupado la sociedad civil española, hasta dejarla en estado de coma, con sus principales instituciones y soportes, como las universidades, fundaciones, asociaciones, cajas de ahorros, medios de comunicación, religiones, etc., "tomados" por el gobierno y el partido.
Pronto surgirán investigaciones sociológicas y tesis doctorales que analicen el papel clave desempeñado por la familia en la España de Zapatero, gracias a la cual la sociedad resistió las agresiones del gobierno y de la cultura progresista sin derrumbarse y sin sucumbir al colapso.
La familia española, que por fortuna gozaba de una salud envidiable, no solo ha proporcionado a los millones de jóvenes sin trabajo y sin sitio en la sociedad un refugio y el espacio de dignidad que el gobierno y la política en general les ha arrebatado, sino que también ha sido el refugio donde se han preservado los grandes valores de la sociedad, como el amor, la solidaridad, la confianza y la esperanza, que el poder político ha hecho todo lo posible por dinamitar.
La hostilidad del gobierno de Zapatero hacia la familia tradicional española ha constituido una de las injusticias más miserables y viles de su gobierno. A la familia se la ha denigrado, se le han retirado las ayudas y se las ha acosado desde la cultura oficial y el pensamiento único, mientras se amparaban y promocionaban nuevas modalidades "progres" de estructura social, como las parejas homosexuales y las células monoparentales, sin otra razón y objetivo que acabar con ese mundo existente y cargado de tradición y de historia, que la izquierda española odia con toda su alma.
Por fortuna, el "zapaterismo" está derrotado y cuando su terrible labor destructiva y empobrecedora salgan a la luz, ayudará a los españoles a descubrir una de las grandes verdades del presente: la socialdemocracia es una ideología muerta que lo único que ha logrado es fortalecer los intereses y privilegios de los políticos y de las grandes empresas.