La familia Wolberg ratifica una vieja ley del cine: todo retrato de familia, de Luchino Visconti a Tom Solondz, es el retrato de una disfuncionalidad, un resquebrajamiento, un derrumbe. El protagonista de la película de Axelle Ropert es Simón Wolberg, intendente de una ciudad francesa de provincia. Wolberg podría ser un modelo de funcionario: es joven, cultivado, devoto, hiperactivo y es el centro de una familia típica: mujer, dos hijos adolescentes, un padre viudo, un cuñado bohemio; sólo que ese aire de normalidad respetable no es mas que una fachada, la cortina de humo que encubre una crisis decisiva. Porque la mujer de Simón le ha sido infiel, su hija no ve la hora de mandarse mudar con su novio, su hijo le esconde su pasión por la música y su cuñado le sabotea los afiches de campaña con frases hirientes; y, como si todo eso fuera poco, Simón está enfermo, enfermo de muerte. Adulterio, hipocresía, cuentas regresivas, secretos inconfesables en una ciudad donde todos se conocen; todo está servido en bandeja para que La familia Wolberg sea un melodrama familiar lacrimógeno; si no lo es, si la película de Ropert evita el desborde y los sentimentalismos morales es porque dibuja un héroe muy particular y muy contemporáneo y porque se las ingenia para destilar, de él, ese tono extraño que impregna a la película entera.Simón es una mezcla disparatada de alcalde, rabino, pedagogo y psicólogo salvaje. Ni víctima ni verdugo, apenas un hombre ensimismado, maníaco, que quiere controlarlo todo y tapar los agujeros del mundo con un derroche compulsivo de acción.Crónica de un derrumbe familiar, La familia Wolberg es también el retrato de una figura ridícula y conmovedora, la figura de Simón, abanderado y mártir de una causa: la familia como institución inclusiva en la que nunca cree tanto como cuando la ve hundirse sin remedio.
Presentación realizada por Alan Pauls el 28 de septiembre de 2011 en el ciclo All about my family Primer Plano I.Sat.
Transcripción del siguiente enlace audiovisual: https://vimeo.com/28995851