Mi cintura, más ancha, más blanda, menos flexible…
Mágicamente se vuelve fina, esbelta, de porcelana…
Sólo con que tú aproximes tus manos a esos dos huecos convexos en mi cuerpo,
con seguridad, con la gracia y la facilidad con que lo hiciste siempre.
Ni recuerdo la última vez que alguien me dio un abrazo así,
transmitiendo fuerza, seguridad, entereza, deseo completo de querer estar bien, de querer estar genial.
Y así se vuelven los abrazos contigo, geniales y fuertes.