Si una profesora en un colegio de Cataluña agrede a una niña pequeña por hacer un dibujo de una bandera española, es una brutalidad realizada por alguien desquiciado atentando contra los derechos humanos elementales de esa niña que muestra sus emociones de esa forma, pero cuando ese mismo acto de la profesora es realizado para castigar a la niña considerándola enemiga de la nación en construcción, movimiento del que la profe se siente militante, eso es fascismo, está soportado en una concepción global que resalta la xenofobia contra los castellano hablantes, enemigos del procéss, que deben someterse a los supremacistas catalanistas. Deja de ser un acto aislado surgido por nervios temporales, para convertirse en otro más, entre miles de actos, realizados por individuos convencidos de estar haciendo lo correcto en su lugar de trabajo, la profesora entiende que su tarea es adoctrinar niños en la religión que está construyendo un mundo nuevo, la independencia, y si observa que alguien sale del camino ella piensa que todo le está permitido para reconducirla.
Se equivocan quienes miran para otro lado intentado ocultar los hechos individuales, o los que pretenden sacarlos del contexto del movimiento por la construcción de la nación nueva, son miles de anécdotas ocultadas, represión generalizada sobre más de la mitad de la población desde hace muchos años en Cataluña, se actúa en los colegios como esa profesora, -desde que fueron expulsados 14.000 profesores del sistema educativo catalán, sustituidos por los nuevos catalanistas-, miles de hechos personales no solo en colegios, en toda institución por no responder reclamaciones, o no recibir padres cuya lengua materna fuera castellana, o marcar a los disidentes, sus buzones, sus pertenencias, obligarlos a significarse en las votaciones escondiendo papeletas que tienen que pedir, pintar portadas de comercios, no conceder licencias de apertura de negocios, ni permisos para celebrar actos o realizar obras en locales o casas…
Si los comportamientos personales se hacen globales en una sociedad formando parte de un régimen, -un sistema de instituciones políticas, económicas, sociales, deportivas, mediáticas, culturales…gobernado por independentistas-, que los protege y alienta, régimen que soporta su comportamiento en elaboradas teorías racistas y xenófobas con las que dota de una ideología al movimiento, que protege las acciones de sus militantes que se sienten respaldados por una organización, son realizados porque tienen la protección del movimiento independentista, régimen instalado en Cataluña. Sus activistas, individual y colectivamente, todo el entramado a su alrededor, se sienten luchadores por la nación con la obligación de protegerse, en el caso de las profesoras, compañeros, directores, callan quitando importancia, o los sindicatos de enseñanza que miran para otro lado, los mossos retrasan o frenan denuncias, la prensa silencia, los cargos educativos traspapelan,… todo bajo la atenta mirada del Gobern de la Generalitat.
No, no me gusta el fascismo, me parece horrible, no aguanto su banalización usado en tanto insulto que fundamentalmente minimiza y oculta la realidad fascista. El concepto facha es ampliamente utilizado para insultar al oponente, a quien lleve la contraria o simplemente tenga opiniones diferentes, para descalificarlo; Es un error a enfrentar si de verdad se pretende luchar contra el fascismo. Banalizar el fascismo es tanto lo anterior, por quitarle importancia, como considerarlo solo en el extremo de campos de concentración y exterminio. El fascismo fue mucho más, fue un movimiento de masas organizado, dotado de una ideología, una cultura, un comportamiento, una forma de hacer política y activismo social con el objetivo de construir una nación nueva en un nuevo estado.
En bastantes ocasiones quienes lo utilizan como insulto se comportan como tales fachas, piensan, hablan y actúan bajo un comportamiento fascistoide, habitualmente formando haces, en panda, lo hacen menos en solitario, lo cual muestra entre otros aspectos de sus relaciones sociales que desprecian a otras personas con significantes de basura humana, con los cuales justificarán marginar y aplastar al individuo distinto, al que convertirán en enemigo. Parte de la incomprensión del fascismo se debe al simplismo de la sociedad actual que intenta reducir toda explicación del hecho social a una palabra, o frase. El uso del término contra persona o grupo quiere descalificarlo aprovechando la carga negativa que contiene, que nunca admitirá ser quien lo difunde. En Cataluña la AMI, la ANC, Ómnium, Generalitat, Mossos, TV3, Catalunya Radio…, consideran que opinar distinto a ellos es un acto contrario a Cataluña, ellos que son los poderes establecidos y organizados tratando de imponer sus ideas por la fuerza. Es absurdo llamar fachas a los que les llevan la contraria, precisamente ellos que acumulan múltiples rasgos fascistas.