Uno de los ratos que más me gusta disfrutar con los pequeños padawanes es el de ir a jugar al parque. Y tenemos donde elegir en el barrio. Cerca de casa hay uno pequeñito, apenas unos metros cuadrados, rodeado de árboles y casi siempre con sombra, ideal para el largo verano de Sevilla. Tenemos otro, más amplio y con mejor equipamiento, al final de la avenida, pero está más desprotegido, así que es mejor para tomar el sol cuando hace frío. Lo que no podemos elegir es la gente con la que los compartimos.
Si vamos entre semana –os recuerdo que mis pequeños no van a la guardería– casi siempre tenemos el parque para nosotros solos. Alguna vez coincidimos con otros niños, pero siempre somos pocos. Ya en fin de semana es otra cosa. No es que no me guste la gente, al contrario, me gusta que mis niños jueguen con otros peques de su edad. Lo malo no son los niños, no sé si me explico.
Como en botica, hay de todo. Hay madres chillonas, de las que hablan con alguien –incluso por el móvil– y nos tenemos que enterar todo el barrio de las novedades de su cuñada. Hay madres criticonas, que están todo el rato poniendo verde a la vecina y las pintas con que lleva a su niño. Hay madres 'ausentes', que se sientan en el banco y no levantan la vista del smartphone ni aunque su niña esté harta de comer hierba. Las hay desafiantes que saltan, brazos cruzados, nada más acercarse algún niño desconocido a su pequeño. Las hay cuarteleras que no son capaces de dirigirse a sus hijos en un tono y volumen de voz soportable, ni construir una frase sin la combinación de uno o varios insultos/groserías/tacos. Y las hay impasibles que ni se inmutan cuando sus pequeños empujan y molestan a los demás.
Éstas son las peores, las que no puedo soportar. Sobre todo porque habitualmente suelen pertenecer también a otras subclases; chillonas, criticonas , ausentes, o sobre todo cuarteleras. La combinación cuarteleras/impasibles es una especie digna de estudio. De criminología. No me gusta categorizar de esta forma a las personas, pero como se suele decir, "por sus actos las conoceréis". Y todos hemos conocido a alguna.
También hay madres normales, en todo el sentido amplio de la palabra, lo que incluye a muchos tipos. Las curiosas –que no cotillas–, las empáticas, las colaboradoras, las que juegan con los peques, las que ayudan a mantener un cierto orden en el parque. O parejas. Normalmente cuando los dos padres están en el parque no suelen interactuar demasiado con el resto, están a sus cosas, entre ellos, o el papá se dedica a jugar a la pelota con su chaval. Suelen ser parejas jóvenes, y suele ser siempre en fines de semana. O padres solos. Esto si que sigue siendo extraño. Tan extraño como que no recuerdo haber visto a más que dos o tres padres solos jugando con sus hijos. Claro que si me encuentro un día con alguno cuartelero/impasible, me echo a temblar. En temas de conciliación, corresponsabilidad y crianza igualitaria, aún queda mucho camino por recorrer, me temo. Y el parque no es más que una muestra representativa.