Revista Opinión
La felación, desenmascarando a los canallas y a los gilipollas
Publicado el 02 enero 2013 por Romanas¿Cuál de ambos factores ha sido más importante en orden a esta insuperable degeneración de la situación, la prensa canallesca o la imbecilidad de una población que no ha sido capaz de comprender cómo la estaban embaucando desde la ultraderecha? Porque, a partir de un determinado nivel de la clase media, estaba claro que votar a la ultraderecha era pegarse un tiro no ya en el pie sino en medio de la cabeza porque los intereses de la clase gobernada y de la clase gobernante no sólo no coincidían sino que eran absolutamente contrarios. Tomemos a Rajoy como ejemplo. No sólo es uno de los hombres más ricos de España sino que su nivel de ingresos mensuales es prácticamente insuperable a nivel estrictamente profesional. No sólo él sino varios de los miembros más cercanos de su familia son o registradores o notarios lo que representa el mayor nivel de ingresos posible en la sociedad española, incluso superior al de la famosa Cospedal que acaba de declarar como ingresos anuales del año pasado 200.000 euros y que es abogada del Estado. Estamos hablando, pues, de los mejores puestos de la Aministración del Estado, cuerpos de élite, que liquidan anualmente un superavit de ingresos sobre gastos de fábula y cuyo único problema, como uno de ellos me dijo a mí, es qué es lo que pueden hacer con esos ingresos desmesurados que obtienen no sólo de las rentas de sus espléndidos trabajos sino de lo que es infinitamente superior, del rendimiento de sus capitales mobiliarios e inmobiliarios. Y acabamos de entrar en el meollo de la cuestión: todos ellos se hallan en la política no porque les guste, que a lo peor también, sino para hacer la labor más importante de sus vidas: proteger sus cochinos y asquerosos intereses. La principal ocupación de Rajoy, todo este tiempo que lleva en política, es preservar el “statu quo” de su auténtica profesión, de ese enorme e injustificado “chollo” que es ser el registrador de la propiedad vitalicio de Santapola, por el que tiene el “derecho” a percibir ni más ni menos que varios millones de pesetas mensuales. Sí, han leído muy bien, varios millones de pesetas mensuales. Ahora, tal vez, algunos de los que me lean entiendan ya perfectamente la suprema ferocidad con la que este aparente indolente ha defendido y defenderá hasta la muerte sus espléndidos derechos registrales, tanto que ahora acaban de quitarle a los registros civiles de España la tramitación de todas las certificaciones de esta índole, prácticamente gratuitas y públicas, fes de vida, certificaciones de nacimiento, fallecimiento y matrimonio, y un amplio etcétera, para pasarlas a los registradores de la propiedad que se enriquecen exponencialmente y todo ello ¿por qué?, coño, por la puñetera cara, que la tienen de cemento. Y esto no es más que un insignificante ejemplo que casi me avergüenza consignar al lado de lo que supone legislar para que las grandes fortunas no paguen ni un duro de impuestos, impuestos que tenemos que sufragar los pobres, los desgraciado hijos de Eva, porque alguien tiene que pagar además su fabulosos sueldos, esos 200. 000 euros que acaba de declarar que ha ganado el años pasado la Cospedal. Y aquí es donde entra en juego la imbecilidad de los votantes españoles, ¿cómo no comprenden que cuando votan a esta gentuza para que los gobierne lo que realmente está haciendo es echarse al cuello la mayor de las piedras que los va a ahogar en la miseria, coño, cómo pueden ser tan gilipollas, coño, coño, coño? Cuando esta gentuza llega al poder legisla no sólo para ganar ellos más, como hemos visto que ha hecho Gallardón desde el ministerio de Justicia reimplantando otra vez las tasas judiciales que habían derogado los socialistas sino, apartando de un despectivo manotazo la posibilidad de que los pobres y clases medias tengan acceso a la justicia sino que les ha dado a los registradores de la propiedad, qué casualidad, el cuerpo de la Administración del Estado al que pertenece el presidente del Gobierno, el derecho a emitir, Y A COBRAR, por la emisión de certificaciones que hasta ahora eran gratuitas, como la de nacimiento, defunción, matrimonio, etc. O sea que todos esos imbéciles que los han votado no han hecho otra cosa que autorizarles expresamente para que los exploten más, para que los opriman más, para que se saquen su jodida minga y los meen encima. Contra todo esto no había, no hay otra posibilidad que la prensa hiciera esto que yo hago ahora, pero todo los días, como el que reza un padrenuestro por la mañana, antes de comenzar a trabajar, pero, coño, es que la prensa la publican ellos, los que tienen el puñetero dinero para hacerlo ¿y cómo van a tirar piedras a su propio tejado? Esto sólo son capaces de hacerlo los puñeteros hijoputas de los gilipollas que los votan para que los jodan aún mejor a ellos, a sus mujeres, a su padres y a sus hijos por los siglos de los siglos, amén.