Sin duda uno de los temas mas estudiados históricamente ha sido la felicidad. En la búsqueda teórica por comprender su esencia se han invertido no poco tiempo y recursos. Muchos creyeron que al encontrarla teóricamente serían poseedores de ella prácticamente.
Fue el Summum bonum para los romanos, la eudaimonia para los griegos, la virtud para los estoicos y la ausencia de dolor para los epicúreos. Hoy nos llega a nosotros en esta pobrísima voz “felicidad”, tan ambigua como poco expresiva, y tal vez sea éste, un simple problema gramatical después de todo; el que nos dificulte su definición y nos confunda en su búsqueda.
La voz felicidad está expresada como un sustantivo “la felicidad”, esto nos indica que es algo en sí misma y separada de las demás cosas. Por ende la buscamos como una cosa particular. La felicidad no es, por lo tanto, la virtud, ni el dinero, ni la salud, etc., ya que éstas sí son cosas en sí mismas. La felicidad, expresada como un sustantivo, tiene que ser algo separado, otra cosa.
Lo cierto es que hasta el mas simple de los pensadores se dará cuenta que el término felicidad se refiere a algo abstracto, algo onírico mas que empírico. Esta deducción puede llevarnos a replantearnos la forma en que explicitamos la felicidad, ¿y si en vez de con un sustantivo intentamos con un adjetivo? Tal vez no sea acertado hablar de la felicidad en los mismos términos que hablamos del dinero, la paz, el placer, etc.; cosas de alguna manera tangibles. Tal vez buscarla en forma de adjetivo nos enseñe cosas que no habíamos tenido en cuenta.
Al buscar la felicidad como adjetivo empezamos a buscar cosas que “son felices” y ya no “la felicidad” como algo en sí misma. Para ilustrar este punto pongamos un ejemplo: la comida. Decimos que una comida es rica, pero nadie buscaría la “ricura” como algo separado de la comida. No existe tal cosa como la “ricura” (el término mucho menos); un bife de chorizo es rico, la frutilla es rica, las pastas son ricas, etc. Por lo tanto la “ricura” es un estado de la comida, un adjetivo, y no algo aparte, un sustantivo.
Cuando pensamos la felicidad como sustantivo nos imaginamos que es la consecuencia de algo, la formula sería mas o menos así: Tengo dinero » consigo lo que quiero » felicidad; o si el conocimiento fuese nuestro gran objetivo: estudio » obtengo conocimiento » felicidad.
Transformemos el sustantivo felicidad en adjetivo y nos quedará aquello que es esencial. No es lo mismo decir “estar con las personas que quiero me hace feliz” que “estar con las personas que quiero es feliz”, o “componer una canción me da felicidad” que “componer una canción es feliz”. Cuando ponemos a la felicidad como adjetivo hacemos hincapié en lo verdaderamente importante, las cosas; y no en la felicidad. No existe la sensación de felicidad, si existe el amor, la sabiduría, la paz, el placer físico, etc.
Teniendo en claro que lo intrínsecamente valioso son los hechos, las sensaciones; nos facilita la búsqueda de la felicidad. Ahora buscamos cosas felices y ya no la felicidad. Es importante tener en claro esto, ya que no podremos encontrar algo que no existe.
Pero cabe preguntarse ¿así como los gustos por la comidas varían según la persona, varían también los gustos por las cosas felices? ¿Hay algo universal que nos hace feliz a todos?
En latín existen varias palabras que podrían traducirse como felicidad: laetitia, que expresa alegría, aunque casi rozando la liviandad, por lo que muchas veces se consideraba un vicio. Gaudium, algo así como gozo, lo contrario a laetitia, expresaba la felicidad interior, espiritual. Summum bonum, el bien mas preciado, o bien último, aquello que es lo mas importante. Y así como hay muchos términos en latín hay uno muy interesante en griego: eudaimonia.
Eudaimonía expresa algo específico. El término se divide de la siguiente forma: “espíritu/alma” o “genio” (daimon) y “esta bien” (eu-daimon). Podríamos decir entonces que la eudaimonía es algo así como el bienestar espiritual o la armonía interior, un armonía duradera, esa que llega cuando actuamos de acuerdo con nuestra más íntima esencia.
Me quedo entonces con esta reflexión y enseñanza de los griegos ¿Qué es la felicidad? Es aquellas cosas que están en armonía con lo que realmente somos.