En la actualidad se está investigando cómo se origina la felicidad y los sentimientos agradables que la acompañan: satisfacción, motivación, esperanza, optimismo y alegría.
Gracias al gran avance en el conocimiento sobre el cerebro se sabe que la felicidad no es un estado al que se llega por azar, sino que es el resultado de la actividad de unos circuitos cerebrales diseñados por la evolución para producir este estado de bienestar.
Los mecanismos cerebrales de la felicidad son parcialmente similares a los implicados en las emociones positivas y en el placer. El conocimiento sobre qué activa estos circuitos permite actuar, de forma voluntaria, en nuestro beneficio.
La felicidad es, por tanto, un producto del cerebro, pudiendo, así, considerarse que la fórmula de la felicidad está en el cerebro. De tal manera que la felicidad puede estudiarse científicamente como cualquier otra función de la mente humana, corroborando las investigaciones científicas las conjeturas de los sabios y pensadores de todos los tiempos.
Después de miles de años en busca de la fórmula mágica, los científicos afirman que la felicidad es el resultado directo de la actividad cerebral, susceptible de ser observada y medida.
La última revolución en la neurociencia nos dice que el cerebro, tanto en su estructura como en su actividad, no es algo fijo que no se puede modificar sino que, por el contrario, es muy moldeable, lo que se denomina neuroplasticidad. Si bien ya sabíamos que el cerebro se iba formando durante el desarrollo en la infancia, hoy sabemos que también se puede modificar a lo largo de toda la vida. En otras palabras, ahora sabemos que el cerebro no es “hard-wired” sino que es “soft-wired” por las experiencias que vamos teniendo a lo largo de nuestra vida. Así, el cerebro está cambiando continuamente.
La neuroplasticidad consiste en una variedad de procesos entre los que destacan: crear nuevas neuronas, crear nuevas conexiones entre las neuronas, reactivar circuitos neuronales, así como eliminar circuitos y conexiones neuronales. De tal manera que el cerebro está en constante cambio a lo largo de toda la vida sin importar la edad que tengamos o las vivencias que hayamos tenido.
Por ello, mediante el control de los pensamientos, las emociones y la conducta se puede conseguir que se produzcan aquellos cambios cerebrales que hacen que nos sintamos felices. Así lo ha explicado el actual Dalái Lama, Tenzin Gyatso, con su afirmación:
“El verdadero secreto del camino a la felicidad es la determinación, el esfuerzo y el tiempo”.
Este conocimiento, basado en las últimas investigaciones en Neurociencia y Psicología sobre la neuroplasticidad del cerebro, nos posibilita reestructurar nuestro cerebro para controlar nuestras emociones y disfrutar, así, de un mayor bienestar y felicidad. La actividad mental cambia el cerebro. Lo que pensamos, sentimos y hacemos cambia nuestro cerebro. Como dijo Santiago Ramón y Cajal (1854 – 1934), Premio Nobel de Medicina 1906:
“El ser humano puede ser el escultor de su propio cerebro si se lo propone”
Por lo tanto, cualquier planteamiento que hagamos sobre qué pautas debemos seguir para alcanzar y mantener el estado de felicidad puede beneficiarse de los conocimientos científicos sobre el funcionamiento del órgano en el que reside la mente: el cerebro.
Así, nosotros podemos poner de nuestra parte para que los circuitos cerebrales de la felicidad se activen y, de este modo, sentirnos bien.
El conocimiento sobre qué activa estos circuitos nos permitirá actuar en nuestro beneficio.
Las investigaciones actuales sobre el funcionamiento del cerebro nos indican qué actitudes y conductas son beneficiosas para vivir felices y cuáles nos lo impiden. Así, nosotros con nuestra conducta y nuestro pensamiento podemos modificar nuestro cerebro, disminuyendo en él lo que nos hace infelices y aumentando lo que nos hace felices.
En definitiva, podemos cambiar la estructura de nuestro cerebro y su funcionamiento para nuestro beneficio. Todos podemos ser más felices de lo que somos, más allá de la genética y las condiciones sociales. Es una cuestión de aprendizaje, que se puede logar con ejercicios y disciplina
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