Hoy en día, es habitual que todas las personas aspiren a lograr la felicidad o, al menos, a intentarlo. En el ámbito laboral, las personas intentan desarrollarse y estar contentas con lo que hacen. En pleno siglo XXI, es supuestamente más fácil enfocarse en desarrollar la carrera profesional que más nos llene ya que siempre se puede cambiar de rumbo.
Aunque esto es contradictorio porque, según un estudio elaborado por Nielsen Online, el 54% de los españoles que disfruta actualmente de un puesto de trabajo está intentando cambiar de empleo en busca de ofertas laborales que le permitan mejorar su categoría profesional y remuneración salarial.
El problema principal radica en que la felicidad es un estado subjetivo que fluye y nace de nuestro interior en función de cómo interpretemos las acciones y situaciones que nos van pasando en el día a día. La felicidad para mi se compone de un 99% de motivación y de un 1% de interpretación. La vida laboral se compone de pequeños eventos que debemos saber apreciar y valorar.
Muchas personas piensan que tener un salario muy competitivo y el ocupar puestos de responsabilidad por si solos dan la felicidad absoluta. Sin embargo, esto es absolutamente falso porque muchos profesionales en activo con ambos componentes están amargados, asqueados y estresados con su trabajo. Estas personas quizás deben plantearse las preguntas de ¿nos gusta y motiva la actividad que desempeñamos? ¿Qué les llenaría hacer a nivel profesional?
Las aspiraciones profesionales, necesidades, inquietudes… pueden variar a lo largo de la carrera profesional porque, como profesionales, es normal que cambiemos y evolucionemos.
Por ello, es vital que las personas nos escuchemos internamente, dediquemos todos los días a pensar un rato sobre nuestras vidas y que aprendamos a conocernos bien. Por desgracia, cada vez dedicamos menos tiempo a esto y eso no nos ayuda ni beneficia.
Determinadas personas insatisfechas van rotando de compañía en compañía, en busca de la felicidad entendida como el trabajo y la empresa perfecta. El santo grial de la felicidad empresarial no existe. Es decir, no existe ni la empresa ni el trabajo perfecto. Porque todas las empresas y trabajos tienen sus cosas positivas y otras mejorables. La cuestión es enfocarnos en trabajos que nos gusten y esto hará mucho más fácil el recorrido porque nos compensará lo que hacemos.
La felicidad depende mucho de las expectativas puestas en un puesto de trabajo y en una compañía y de la percepción que nos cause internamente. Por ejemplo, una persona que cobre 50.000 euros puede sentirse mal pagada y otra que ocupe el mismo puesto en otra compañía y cobre 30.000 euros puede percibir que esta bien pagada. Esto es sencillo porque se plantea la pregunta ¿Qué entiende cada trabajador por un salario adecuado? Y os puedo asegurar que cada uno contestará una cosa porque es algo subjetivo y que variarará en función de lo que cada uno espere y entienda como buen salario.
Algunos trabajadores, durante mucho tiempo, van persiguiendo determinadas condiciones laborales o beneficios corporativos como, transporte de empresa, bonus por objetivos, horario continuo, teléfono de empresa, seguro medico, etc. Que tras conseguirlo y pasado cierto tiempo, dejan de valorarlo.
Esto pasa porque lo asumen como adquirido y dejan de apreciarlo internamente y necesitan al poco tiempo reclamar más cosas. Esto ocurre porque bastantes trabajadores conectan la felicidad con la posesión material de nuevas cosas o condiciones. Por supuesto que el tener unas buenas condiciones o un salario acorde a las funciones que se hacen ayudan a sentirse más gusto en la empresa en la que se trabaja. Sin embargo, no podemos basar el interés en el trabajo sólo en eso. Cada trabajador tiene que encontrar su motivación interna por las tareas que desempeña en su día a día.
Las empresas deben trabajar de forma continua por facilitar a sus personas un lugar adecuado donde desempeñar sus puestos de trabajo y, para ello, deben escuchar más a su talento; para mejorar pueden usar las nuevas herramientas disponibles que permitirán el desarrollo profesional sin barreras ni límites, con flexibilidad corporativa, consintiendo la creatividad de las personas para desempeñar su puesto de trabajo más motivados. No olvidemos que el buen o mal uso de las herramientas depende de cómo lo planteen y enfoquen las compañías.
La felicidad en el trabajo es cuestión de poner las cartas encima de la mesa y limar asperezas para llegar a un consenso y entendimiento que permita a todos estar a gusto. La empresa está viva y el que se comporte como una montaña rusa o como una noria va a depender exclusivamente de la totalidad de personas que las conforman. Es decir, depende de que la globalidad de las personas que constituyen una empresa que sepan trabajar en equipo, adaptándose unos a otros y aceptándose tal y como son.
La felicidad supone ver qué tenemos a nuestro alrededor y saber sacarle su lado positivo, poniéndolo en la balanza para ver si nos compensa o no. En caso de que la respuesta sea negativa, no merece la pena darse mal sino ponerse manos a la obra para lograr lo que de verdad nos hace felices aunque para eso, antes debemos saberlo.
Lo que no pueden pretender las personas es que el 100% de la motivación por su trabajo les llegue de sus organizaciones o personas responsables. Igualmente, las empresas no pueden plantearse poner las reglas del juego que a ellas les interese, sin contar con sus personas porque eso hará que crezca la insatisfacción y que su talento vaya saliendo en el momento que surja la oportunidad.
Pasamos muchas horas al día en el trabajo y debemos saber ser prácticos para estar lo más a gusto posible con lo que hacemos. Eso conlleva hacer un esfuerzo, adaptándose al entorno y a las personas que lo conforman porque eso es la convivencia.
Debería ser obligatorio en el trabajo el tomarse las cosas con humor y con una sonrisa de oreja a oreja.
Como última reflexión, me gustaría que os formulaseis las siguientes preguntas ¿Qué es para vosotros la felicidad? Y ¿Qué necesitáis en el trabajo para estar contentos?