Demasiadas veces la insatisfacción en el amor se vuelve
rutina de infelicidad, la pareja vive en un mar de conflictos, surge la
desconfianza, las discusiones son la norma o la vida en pareja se reduce a “ser
compañeros de piso”. Los seres humanos nos acostumbramos demasiado bien a no
ser felices y a permanecer en situaciones que nos van destruyendo poco a poco.
Y la mayoría de las ocasiones, sobre todo en plena pelea,
creemos que todo, casi todo o como mínimo la mayor parte de la culpa es del
otro. Y otras cuantas veces pensamos justo lo contrario, que somos responsables
de todo, que somos demasiado esto o demasiado poco lo otro, que no valemos, que
nunca seremos capaces de cambiar, de mejorar.
Y de esta manera la pareja continúa igual o se dirige a un
lento y doloroso deterioro, entre “todo es culpa del otro” o “yo nunca voy a
poder cambiar”. Sin embargo pocas veces alguna de estas creencias son ciertas.
Pocas (pocas o ninguna) veces me encuentro en pareja una situación que sea
responsabilidad de una de las partes. Incluso en situaciones que parecen a
primera vista que son “cosas de uno”, el otro, como mínimo, ha facilitado y
mantenido el problema iniciado por su pareja.
Cuando uno no habla, suele pasar
que el otro no le deja hablar; cuando uno no colabora en casa, el otro no le
deja hace nada porque no hace nada bien; cuando uno no es cariñoso, el otro no
le deja tiempo para hacerlo reprochándole continuamente que nunca es cariñoso.
Es verdad que los problemas tienen un origen, incluso puedo
admitir que ese origen o el mantenimiento de los problemas repartan la
responsabilidad de forma desigual. Lo que no cabe duda es que la felicidad solo
puede crecer en la pareja si es responsabilidad
al 50%, que los problemas se solucionan entre dos, si los dos creen que
se pueden solucionar y si los dos quieren ser ellos los que protagonicen esa
mejora.
Nunca dejes de sonreír y besar a tu pareja, si estás cansado
o cansada, o cabreado o lo que sea, si no estás satisfecho es mucho mejor,
sentarte, hablarlo, buscar soluciones, pedir ayuda o prepararte para terminar
la relación. La felicidad en la pareja se construye con el trabajo y el amor de
dos, y solo con el amor y el trabajo de dos se puede recuperar.