La felicidad evoluciona según la edad

Por Zonavital @tuzonavital

¿Cómo cambia la felicidad según la edad?

La mayoría de la gente asume que de niños disfrutamos una existencia despreocupada, pasamos a la miserable confusión de la adolescencia y recuperamos la felicidad cuando entendemos todo y nos asentamos, sólo para hacernos más gruñones y solitarios con cada arruga y cana adicional.

Resulta que la felicidad es mucha en la juventud, pero decae sostenidamente para llegar a su punto más bajo cuando llegamos a la cuarta década: la llamada crisis de la mediana edad. Entonces, milagrosamente, nuestro sentido de la felicidad mejora y va aumentando conforme envejecemos.

¿Será la mediana edad aquella en la que los seres humanos son más infelices?
Este patrón en forma de U de la felicidad a lo largo de la vida ha sido observado en todo el mundo, desde Suiza hasta Ecuador, Rumanía y China. Se ha documentado en más de 70 países, encuestando a más de 500.000 personas, en países desarrollados y en desarrollo.
¿Cómo se explican estos hallazgos contrarios a la intuición?

  • ¿Tiene que ver con balancear a los hijos con la carrera cuando llegamos a los 30 y 40 años? Aparentemente no. Incluso contando la presencia de los niños en la casa, permanece el patrón de la felicidad.
  • ¿Quizás se debe a diferencias generacionales? Pero los estudios no seguían a los mismos individuos a lo largo de la vida, sino a varios de distintas edades.
  • ¿Será que los adolescentes y ancianos son más felices que los de mediana edad porque nacieron en tiempos mejores? No, esto no parece afectar el patrón. También persiste al contar otros factores demográficos, incluidos estado civil, educación, empleo e ingresos.

Cambios, y más cambios

Una parte de nuestro cerebro que cambia considerablemente en las primeras dos décadas de vida, conforme avanzamos hacia la vejez, es el lóbulo frontal.

Nuestros lóbulos frontales maduran a mediados de los 20 años y comienzan a deteriorarse a los 45. Esto significa que mientras nos desarrollamos, aumentamos lentamente alguna función, que posteriormente perdemos.

Una de esas funciones es nuestra habilidad para aprender de malas noticias. Pero la tendencia a descartar malas noticias también sigue el patrón en U durante nuestra vida. Los niños, adolescentes y ancianos descartan información no deseada más que los adultos.

El cambio en los lóbulos frontales parece reflejarse en nuestra capacidad de aprender de las malas noticias, que a su vez pueden conducir a diferencias en la felicidad según la edad. Así, la felicidad puede tener un precio: una menor capacidad de asumir información no deseada.