o conozco personalmente a Shawn Achor, pero a pesar de todo, me es familiar, por lo menos en pensamiento. Este Sicólogo de la prestigiosa Universidad de Harvard, concluyó, que “el éxito no nos hace felices; es la felicidad la que conduce al éxito y podemos aprender a ser felices”. Creo que es una de las frases más acertadas que he leído en el último tiempo, en especial, porque va contra todos los principios actuales.
Hoy, mientras más se tiene, más se incrementa la curva de la sonrisa, pero, nos sentimos suficientemente vacíos por dentro. Por ello, acentuamos aún más nuestro error, porque pensamos que nada es suficiente.
Mi Blog lo auspicia MaquetasChile.Com. El Punto de Encuentro de los Coleccionistas.
De seguro, te ha pasado, que te asombras ante “ciertos individuos”, un tanto extraños, que tienen poco o nada, pero son inmensamente felices. Gozan de una tranquilidad espiritual digna de envidiar. A menudo, son personas, que, en su momento, supieron llevar grandes problemas. Estos “seres” enfermantes de optimistas cuentan con una escala prácticamente “extraterrestre” de valores. Lo material no es lo primero. Algo tan común como una familia es el máximo logro.
La situación está clara. Mientras más tratamos de alimentarnos materialmente, más crece la angustia, porque en el camino siempre se cometen errores, incluso infantiles, ya que la forma hace que perdamos el foco de la realidad. Muchas veces puedes creerte el dueño de tus cosas, pero el verdadero rostro feliz es el de tu banco. Nada es tuyo, todo es de tu Banco. Sólo te queda por empeñar el “alma” y el último llamado.
Hay una actitud de “Kiko” en todos. Cuando el “Chavo” tenía un juguete, “Kiko” nunca perdía tiempo en traer uno mejor. Si tu vecino renueva su auto, lo más probable es que también te sientas motivado a hacerlo., pero, con un detalle: Que éste sea un poco mejor que el otro. Cuando el “Chavo” tenía un juguete, “Kiko” siempre traía uno mejor. De hecho, soy un convencido, que hasta el día de hoy, el simpático personaje todavía espera la “Pelota Cuadrada” de regalo que siempre le prometieron.
El Chavo del 8, un programa perfectamente equilibrado en sus valores. El Chavo, a pesar de todo, era un niño feliz.
Muchas veces, vemos películas o ejemplos, de personas que trabajan con la Adrenalina, buscando dónde invertir acciones o bienes en las bolsas de valores. Parece arriesgado, lo es. Sin embargo, también vemos cuando un negocio sale mal. Nosotros, podríamos hacer lo mismo, pero en el Wall Street de la Felicidad. Invertir tiempo, cariño, sentimientos, ya sea en la familia, hijos, pareja, amistades, difícilmente será una mala inversión. Invertir tiempo, tan “escaso” (Fuente: Todos) en estos días, nos podría traer de vuelta a los tiempos en que la familia era el principal bien. El tiempo, la comunicación, y la calidad, son los ingredientes que aseguran el fin de una buena y perdurable receta. La Felicidad está cerca, tanto así que a veces ni siquiera la vemos. La buscamos sin saber qué es. La admiramos, pero sólo en el ranking e inventario de quién tiene más.
La educación va mucho más allá de enseñar a sumar, restar y hacer oraciones. Somos los padres los profesores de los valores y las enseñanzas de vida, somos el ejemplo a seguir. Dejémosle, de una vez por todas, la responsabilidad del resto al colegio.
Un colegio menor pagado o una universidad tradicional, difícilmente, podrán enseñar algo más de los que todos ya saben.
El “Chavo” era feliz, aunque “Kiko” tenía más dinero para comprar Tortas de Jamón.
Lo material es volátil, los valores no. Una vez que los valores llegan lo hacen para quedarse.