Los cronistas romanos destacaron, entre otras cosas, la fecundidad de las mujeres celtas. Justamente ese tema era algo que se tomaban tan en serio como para dedicar rituales especiales, sobre todo relacionados con piedras a las que se atribuían propiedades que facilitarían el embarazo.
Algunos citan también la tolerancia de los celtas hacia sus esposas, que pueden mantener relaciones con quien les venga en gana.
Cuando algunos celtas britanos fueron llevados a Roma como esclavos durante el reinado del Emperador Tiberio Claudio César Augusto Germánico (10 a. C. - 54 d. C.), ellos automáticamente asumieron que su esposa Julia Vipsania Agripina (15-59 d. C.) era la dirigente del país. Así, ignorando al emperador, le ofrecieron su sumisión a ella.
Pero, no nos engañemos, la sociedad celta no era matriarcal; era una sociedad guerrera, con sus múltiples variantes; aunque, eso sí, concedía a la mujer un papel muy superior al de otros pueblos contemporáneos. Da la impresión que esta sociedad guardaba cierto reflejo de esos tiempo pretéritos que aparecen en tantas mitologías en los que el matriarcado era la forma normal de existencia.
Fuente:"Breve Historia de los... Celtas" -Manuel Velasco.