Una ola de crímenes se extiende por Inglaterra. La amenaza de un secreto ancestral… Y el rodaje de un clásico del cine de terror.
Inglaterra, 1956.
El gobierno británico está desconcertado ante los horribles sucesos acontecidos en una aldea de la frontera escocesa. El caso es puesto en manos de un agente de Scotland Yard especializado en sucesos extraños, el inspector Andrew Carmichael, y su compañero, el detective Harry Logan.
Al mismo tiempo, una modesta compañía cinematográfica, Hammer Films, se ha propuesto volver a poner de moda el cine de terror con una innovadora y truculenta adaptación de Frankenstein. Para ello contratan al actor televisivo Peter Cushing y le encargan, de cara a preparar su papel, que recurra a diversos especialistas para profundizar en las raíces del miedo humano.
Todos coinciden en la búsqueda de La fête du Monsieur Orphée, un misterioso rollo de película de los años del cine mudo que parece ir dejando un rastro de destrucción y tragedia.
La primera vez que oí hablar de este libro ni siquiera existía. Tan sólo era un manuscrito sin publicar lleno de ilusión, no poca imaginación y muchísimas horas de trabajo. Y ya entonces me cautivó; apunté el título esperando en un futuro verlo publicado.
Un año después conocí brevemente a su autor y meses más tarde descubrí que nos unía una afición común, lo que provocó un deseo más irrefrenable aún de conocer su obra. Esto puede llevarnos en ocasiones a sufrir verdaderos desengaños, esperando demasiadas cosas de una historia que nuestra imaginación se encargó de sobrevalorar con el paso del tiempo y que, en este caso —gracias a Dios—, no lo ha hecho.
La fiesta de Orfeo nos cuenta una historia de crímenes con cierto trasfondo esotérico. La facilidad que tiene su autor en describir situaciones hace que su lectura sea amena y rápida. Mucho mérito tiene también el haber situado la historia en una época muy determinada, haciéndola coincidir en el tiempo con los orígenes de la productora Hammer y de un jovencísimo Peter Cushing, mezclando de un modo magistral personajes reales y de ficción.
La historia en seguida me ha enganchado, aunque puede ser debido a que su personaje principal nos recuerda un poco a Holmes, personaje que también interpretó Cushing en su día; o tal vez sea sea consecuencia de mis largas horas frente al televisor devorando aquellas películas de la hammer que hoy en día aún guardan una posición provilegiada en mi videoteca; o quizás porque Peter Cushing fue uno de mis actores predilectos desde que, siendo yo muy niña, me aficionara a los personajes clásicos de terror.
Sea como fuera el caso es que he disfrutado leyendo La Fiesta de Orfeo, cosa que consigo, hoy día, con muy pocas novelas. Felicidades, Javier.