Hoy es el día del padre. Aunque viva en Chile y el día del padre se celebre en Junio, tendréis que perdonarme porque para mi, hoy es el día del padre.
Un post de Maternidad como puedas me inspiró para escribir el post de hoy. Hoy me voy a remontar años atrás para recordar a figuras "paternales" (por describirlo de alguna manera) con las que compartí mi infancia y adolescencia.
Primero quiero hablaros de mi abuelo materno (al paterno no lo conocí) porque hoy es San José y así se llamaba. Aunque de adulta haya sabido cosas que no necesitaba saber sobre mi abuelo, nada puede borrar la imagen que él grabó en mi. Yo era su nieta favorita, me venía a buscar todos los viernes al colegio, me traía merienda (de la de verdad, de la que mola, un buen bollicao, o un donut o algo así), pasaba conmigo parte de las vacaciones de verano en su piso en la playa; compartíamos muchos buenos momentos (mi abuela materna también compartía estos ratos con nosotros, pero hoy me voy a centrar en él) Recuerdo que él me dio a probar mi primera chiquilín untada en café con leche, su recuerdo viene ligado al club donde íbamos en verano, a amanecer con olor a mar, a paseos por la tarde, a dormir con el ruido de los trenes al pasar, a paseos en barco, a domingos en castelldefels. Su recuerdo también viene de la mano de esas comidas de domingo, de esos domingos de ramos y lunes de pascua, de esas tardes de juegos, de esas largas sobremesas, y de lo que me enseñaba. Porque él siempre quiso enseñarme a hablar correctamente, a escribir a la perfección. Recuerdo haberle ido a ver al hospital, cuando ya estaba enfermo, a llevarle mi excelente en una redacción en castellano. Porque sabía que a él le importaba más que a nadie. Me enseñó a jugar a cartas y, aun convaleciente de su enfermedad, siempre tenía el ánimo para jugar un rato a basquet conmigo. Se fue demasiado pronto para mi. Con él aprendí que no somos inmortales. Fue la primera vez que perdía a un ser querido y no fue nada fácil. Recuerdo ese último verano que pasamos juntos: en otro piso, en otra playa. Él ya muy enfermo, pero yo estando con él cada día. Recuerdo sentir que se despedía de mi el último día que le vi. Con él se fueron esas comidas navideñas y eventos familiares en los que no faltaba nadie, en las que todos reuníamos, discusiones y risas incluidas, con la mesa puesta con elegancia. Con él se fueron muchos aprendizajes que quedaron en el aire, a medio camino, a medio aprender. Pero con él me quedó grabada la importancia de los abuelos en la infancia de los niños ...aunque no lo sabría hasta más adelante. Él me dejó tantas dosis de cariño que aun tengo algunas guardadas. Eso sí, si llega a enterarse que soy del barca, me hubiera llevado una buena bronca, jeje.
Después, no puedo dejar de hablaros de mi padre. Si para mi abuelo era la nieta favorita, mi padre giraba completamente en torno a mi bienestar. Solo quería lo mejor para mi, y lo digo yo y todo el que le conoció. Y presumía de mi. Fue padre muy tarde, pero fue compañero de juegos ( sobretodo de videojuegos) y de viajes, y de compras secretas para el día de la madre, y de vermuts de domingo....y de tantas otras cosas. Eso sí, entre semana le veía poco, muuuuy poco. Los negocios siempre lo tuvieron muy absorto. El esfuerzo por formar su propia empresa, el camino que recorrió persiguiendo ese sueño, hacían que volcará muchas horas en el trabajo. Recuerdo perfectamente su voz grave (eso si...mejor no escucharla cuando estaba enfadado), me encantaba que se vistiera de una forma tan extravagante, ajeno a la moda y a los "cánones sociales" y me encanta haber heredado ese gusto por no ir a la moda (aunque mi estilo no sea para nada extravagante y de pequeña me molestaba que me cortara el pelo como él quisiera o me comprara ropa) Muy amigo de sus amigos, admirado por todos por su bondad y generosidad, de él aprendí un montón de costumbre que tengo grabadas a pesar de mi mala memoria: el gusto por comprar mil cosas para el cumpleaños o el día de la madre, para que hubiera muchos paquetes para abrir; el gusto por el vermut, la tradición de la comida/cena el fin de semana, las barbacoas, las paella, las tardes viendo pelis, y ese juego que me enseño y mi memoria no me deja recordar...gracias a él creí ciegamente en Papá Noel (después que dejara caer un montón de pelis por la escalera cuando yo me negaba a irme a dormir sin conocer a Papá Noel...y por supuesto volé a acostarme en cuanto escuché el ruido y no dudé nunca más) y también desayuné con Mickey Mouse (aunque ahí creo que a mi madre le hacía mas ilusión que a mi) tantas otras cosas. También le fallé, pero eso es parte de una historia mucho más larga que algún día os contaré. Sé que tenerme a mi fue una de las mayores alegrías de su vida (sino fue la mayor), y eso no dejó de transmitírmelo. El cariño que me tenía y su amor por mi ni se borran ni se olvidan, a pesar de mi mala memoria. También se fue muy pronto, y muy de repente, y con él se fue la estructura de familia que yo conocía. La realidad me despertó bruscamente y tuve que crecer, de verdad, de la noche a la mañana. Ojalá hubiera podido conocer a sus nietas, se le habría caído la baba, seguro.
Mi madre encontró un compañero en el camino un tiempo después (si digo pareja mi madre me echa de casa) y yo conocí otra figura que, aunque nunca tomó el papel de figura paterna (lo cual le agradecí siempre y él lo sabía) sí compartió conmigo muchos años y muchos aprendizajes. Aprendimos mucho de tolerancia y empatía; ambos. Nos peleamos mucho, a épocas no nos hablamos y terminamos sintiendo que éramos familia. Fue un largo camino recorrido que nos enseño a respetar la forma de ser y de pensar de la persona que tienes al frente, que puede no pensar como tu pero no por ello debes dejar de apreciarla. Él me enseñó a conducir, me enseño a apreciar la buena pastelería, el buen pan...y el buen turrón. Me enseñó de fútbol, y miles de curiosidades de todo tipo: de historia, de la ciudad, de la gente, y me explicó historias de su vida. Me enseñó a envolver regalos, y alimentó mi vicio por los artículos de papelería. Y también hizo algo impagable por mi: hacerle compañía a mi madre desde el día que me fui a vivir fuera. Su apoyo, su tiempo, su disposición no tuve tiempo de agradecérselo como correspondía. Conoció a la terremoto mayor, aunque ella no le recuerde, y sé que le hubiera gustado hacer de abuelo un tiempo más, se le veía aunque no lo dijera en voz alta.
Estas tres figuras, estos tres hombres; de edades, creencias, educación y opiniones completamente distintas entre ellos, me enseñaron muchas cosas, compartieron conmigo muchos momentos, me ayudaron a crecer y me entregaron cariño a raudales en el tiempo que compartí con cada uno. Este es mi pequeño homenaje a ellos tres, por todos esos buenos momentos.
Y por supuesto, feliz día a todos los padres que celebran hoy su día, y a los que no lo celebren hoy también...y sobretodo sobretodo, al padre de las criaturas. Que no lo celebra hoy, pero ¿podríamos celebrárselo dos veces no?