Revista América Latina

La Filosofía Guaraní por Bartomeu Meliá

Publicado el 17 julio 2015 por Tetenoemi @TeteNoemi

La Filosofía Guaraní ,por Bartomeu Meliá (fragmento)

Extracto tomado de La Filosofía Guaraní por Bartomeu Meliá en Pensamiento Filosófico Latinoamericano, del Caribe y "Latino" (pp. 49 y 50)

La Palabra lo es todo

La Filosofía Guaraní por Bartomeu Meliá

Lo que ha representado una revolución copernicana en el conocimiento de la cultura y la filosofía guaraní se produjo en el momento en que, como dice Egon Schaden (1987, p. 15) "el punto de vista deja de ser apenas el del hombre civilizado, para ser también y sobre todo el del indio". La alteración se dio puntualmente con Curt Unkel Nimuendajú (1883-1945), cuando el investigador muda de posición. No habla él; es el guaraní que habla en guaraní. Y es un guaraní el que explica su modo de ser, el ñande reko -nuestro modo de ser. Es el primero en presentar la cultura y el pensamiento no desde fuera para fuera, sino desde dentro para afuera, a partir de los valores que le son propios. Y es precisamente en la palabra, dicha en mitología y en ritual, pero también en la comunicación cotidiana, donde está alojada la sabiduría y la filosofía de ese pueblo. En 1914 fueron publicados en alemán los resultados de su convivencia con los guaraníes del Brasil, que había comenzado en 1905: Los mitos de la creación y destrucción del mundo como fundamentos de la religión de los Apapokúva-Guaraní (1967). Esta sola obra arroja más luz sobre la auténtica filosofía guaraní, de su modo de ser, que todo lo que se había escrito hasta entonces.

Tres son los temas que se desprenden de sus vivencias y comentarios: 1] El guaraní es su religión y su religión es la palabra; 2] La búsqueda de la "tierra sin-mal", tema más bien escatológico que articula "un dualismo espiritual del ser humano (alma-palabra celeste; alma-animal terrestre) a una lógica de sublimación de la corporalidad, y que gira en torno al tema de una aniquilación cósmica de la cual es posible escapar por el acceso hic et nunc al paraíso -una escatología que afirma la finitud humana, pero al mismo tiempo persigue la superación inmediata de esta condición por la ascesis o por el exceso", según comprensión de E.B. Viveiros de Castro (1987, pp. XXXVI)-, y 3] La cuestión de un pensamiento guaraní aparentemente inclinado a la melancolía y a la desesperación, aunque ese pesimismo guaraní y concepción trágica del mundo en la que vivimos es mezcla sutil de esperanza y desánimo, pasión y acción: "en medio de su miseria los hombres son dioses" ( Ibíd., p. XXIV).

En el Paraguay León Cadogan (1899-1973) al defender a los guaraníes de la situación de injusticia y desprecio en que se encontraban, fue aceptado como mbyá-guaraní y recibió el nombre de Tupa Kuchuví Vevé, "Divino Torbellino Volador". La compilación que lleva por título Ayvú rapytá (1959) ( Palabras fundamentales, o el fundamento del lenguaje humano), contiene himnos sapienciales de esos profetas y teólogos de la selva, de palabra inspirada, de profundo misticismo y de amplia visión espiritual. Esas palabras fueron transcritas respetuosa y fielmente por León Cadogan, allá por los años cuarenta. La génesis de este libro es la palabra indígena compartida con quien se ha hecho acreedor a que se le considere "miembro genuino del asiento de nuestros fogones": ñandé rata ypyguá.

Estos textos míticos nos acercan nada menos que al origen de la palabra, al fundamento de la palabra, a las palabras primordiales y originarias.

Cuando la tierra no era,
en medio de las tinieblas primigenias,
cuando no había conocimiento de las cosas,
hizo florecer en sí el fundamento de la palabra;
lo convirtió el verdadero Primer Padre Ñamandú
en propia sabiduría divina.

"Hacer florecer en sí la palabra" se expresa mediante una forma verbal: oguerojerá, cuyo sentido es hacer que algo se haga, participando el sujeto en una acción que él acompaña en todo su hacerse. Habiéndose abierto como flor de palabra, de amor y de canto, el Padre Último Último Primero reflexiona profundamente sobre a quién hará partícipe de la palabra, del amor, del canto.

Para el guaraní la palabra lo es todo. Y todo para él es palabra. No es fácil sistematizar todo lo que es la palabra para un guaraní, dadas las varias subculturas, cada una con sus tradiciones propias, en las que el modo de ser guaraní se presenta.

El verdadero padre Ñamandú, el primero,
de una parte de su propio ser de cielo,
de la sabiduría contenida en su ser de cielo
con su saber que se va abriendo como flor,
hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina.
Habiéndose incorporado y erguido como hombre,
de la sabiduría contenida en su ser de cielo,
con su saber que se abre cual flor
conoció para sí mismo la fundamental palabra futura.
De la sabiduría contenida en su ser de cielo,
en virtud de su saber que se abre en flor,
Nuestro Padre hizo que se abriese la palabra fundamental
y que se hiciese como él, divinamente cosa de cielo.
cuando no existía la tierra,
en medio de la oscuridad antigua,
cuando nada se conocía,
hizo que se abriera como flor la palabra fundamental,
que con Él se tornara divinamente cielo;
esto hizo Ñamandú, el padre verdadero, el primero.
(Cadogan, L., 1959, pp. 19-21).

El don de la palabra por parte de los padres "divinos" y la participación de la palabra por parte de los mortales, marca lo que es y lo puede llegar a ser un guaraní. Lo cierto es que la vida del guaraní en todas sus instancias críticas -concepción, nacimiento, recepción de nombre, iniciación, paternidad y maternidad, enfermedad, vocación chamánica, muerte y posmortem- se define a sí misma en función de una palabra única y singular que hace lo que dice, que en cierta forma consustancia la persona. Todo eso, que podría parecer una gratuita transposición del platonismo occidental al universo guaraní, tiene sus pruebas documentales registradas por diversas fuentes etnográficas; en otros términos, se trata de verdaderas experiencias indígenas.

El hombre, al nacer, será una palabra que se pone de pie y se yergue hasta su estatura plenamente humana. La educación consiste en desarrollar la palabra en la historia, en cuanto escuchada y proferida -profetizada.

Como ha sucedido con tantas obras hoy clásicas, la palabra fue primero escuchada; después vino la letra. La escritura en realidad no tiene voz -ahí está su desgracia-, pero ella misma posee todas las voces -ésta es su gloria. El escrito vuelve a ser palabra.

Tal vez lo más importante de estos hombres, como Nimuendajú y Cadogan es que, en la medida de lo que cabe y aun con invencibles limitaciones, se han dejado poseer por el espíritu del guaraní; no le han hecho preguntas desde otros sistemas filosóficos, sapienciales
o teológicos, buscando correspondencias o diferencias, sino que se han hecho discípulos de la palabra, en un acto de escucha, iniciado en el respeto y mantenido a través de una transformación interior que los volvía otros.

Cantos y expresiones similares todavía las he escuchado en la profunda y gran selva de Caaguasú, cuando llegaba la noche y nos reuníamos a cantar y danzar en la íntima y secreta casa ritual: opy. Los mbyá-guaraní son esos poetas, profetas y sabios de la selva que no les ceden en profundidad ni coherencia a los filósofos más lógicos, incluso por la gratuidad con que sus palabras son libradas, como don, sin más. Sin economía del don ese mundo no es posible.

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