Desde el siglo XIX, debido al estudio de la máquina de vapor, se conocían las leyes de la termodinámica. Según la segunda ley, en todo sistema aislado (que no reciba energía de otro sistema) las diferencias entre las velocidades de las moléculas y con ello, las diferencias de temperatura, tienden a igualarse. Una vez igualadas, el sistema es inerte, no ocurren cambios en él. Si el universo es un sistema aislado, como suponíamos hasta que la teoría de los universos múltiples abrió otras posibilidades, todas las diferencias térmicas desaparecerán, no habrá más cambios en él y la vida se extinguirá. Lo de la muerte térmica del universo ya preocupaba a Federico Engels (1820-1895), quien comprendió que la termodinámica se oponía a las leyes dialécticas que él y Marx creían dominantes en el cosmos. La dialéctica es progresiva, evolucionista, las leyes de la termodinámica eran todo lo contrario. En el universo de Marx y Engels la materia es eterna al igual que la energía, no pueden ser creadas o destruidas, pero tienen una línea progresiva gracias al choque de contrarios: tesis, antítesis y síntesis. Establecer un inicio del cosmos o su muerte era inaceptable y Engels, en su Anti Duhring, afirmó que tal vez el calor emanado de las estrellas podría recomponerse y volver a formar materia.
En el capítulo 9 de Historia del Tiempo, obra de Stephen Hawking, titulado La flecha del tiempo, el gran físico da un golpe mortal al sueño de Engels. El universo marcha en la línea del incremento del desorden, es decir, del aumento de entropía. Lo que se destruye no se puede reconstruir solo, como un vaso que se rompe al caer no puede saltar a la mesa y volver a ser vaso (el ejemplo es de Hawking). No obstante, el científico supone que si el cosmos pasara de un big bang a un big crunch, o sea, que si la expansión se devolviera porque la fuerza de la explosión inicial cesó, el tiempo, al igual que el espacio, podría ir del futuro al pasado. Los vasos se reconstruirían en vez de quebrarse, empezaríamos en un ataúd y terminaríamos cuando se separan el óvulo y el espermatozoide que nos dieron vida. No sé cómo pensaríamos empezando por la conclusión y terminando por las premisas, o comenzando por el resultado de la ecuación para llegar al planteamiento del problema. Afortunadamente, el propio Hawking desechó la posibilidad del big crunch, al igual que todos los físicos actuales, ya que la misteriosa energía del vacío, de la que se dice cubre el 70% del cosmos conocido, más bien tiende a aumentar la distancia entre las galaxias y la velocidad con la que estas se separan, lo que hace imposible que estas vuelvan a unirse y retornen a un punto inicial. Recuerdo que cuando estuvo de moda la idea de que si se produjo una gran explosión que separó todas las cosas, la fuerza de la expansión tenía que terminar y todo se volvería a unir, muchos filósofos compararon ese universo con la doctrina de ciclos en que la historia se repetía enseñada por muchos presocráticos. Especialmente, se puso de moda hablar de Empédocles y sus periodos en que el odio o discordia domina y separa todas las cosas y luego el amor vuelve a unir todas las cosas, incluidas las estrellas. El universo así concebido era como un corazón que latía y se expandía cuando dominaba la discordia y se recogía en sí mismo cuando vencía el amor, para volver a empezar el ciclo.