Acabo de publicar un artículo que se titula “A los jóvenes, dos hostias a tiempo” en el que declaro mi oposición frontal a este tipo de comentarios y actitudes, además de intentar comprender el porqué de este tipo de afirmaciones.
Por lo que he visto hasta ahora, hay dos motivos principales por los que alguien opina que hay que ser implacable: uno es la desesperación y la otro creo que es una combinación de educación y rigidez mental.
Del primer motivo ya hablo en el artículo anterior, ahora quiero comentar el segunda: la rigidez mental.
Creo que a todos nos ha sucedido en algún momento (o en muchos momentos) pensar de una forma muy rígida y tajante. Eso es lo que me sucedió a mi cuando leí comentarios como estos:
- Un añito de servicio militar obligatorio y se les quita toda tontería
- Un buen par de hostias…coño+….que estan medio tontos con los móviles y los videojuegos…jajajajajajajaj
- Llévale al banderín de enganche de la Legión de tu localidad.
Cuando leo estas cosas aparecen mis emociones radicales, las que me incitan a actuar de forma inmediata, las irracionales que no suelen llevar a tomar decisiones útiles. Aparecen las ganas de responder a esos comentarios usando un lenguaje soez y calificativos negativos. En estos casos, siempre que puedo, tomo conciencia de que algo instintivo se está apoderando de mi y me preocupo por gestionarlo.
Pero no todos hacemos esto siempre y hay personas que se dejan cegar por sus instintos y se mantienen en su trece de que las cosas son como son, lo bueno es bueno y lo malo es malo.
Este tipo de rigidez mental está en todas partes, pero en el papel de padres creo que es, hoy en día, especialmente dañino. Si algo caracteriza a los tiempos modernos es que todo cambia. Como digo en este vídeo, la sociedad en la que vivimos no es la sociedad en la que vivieron nuestros padres ni será en la que vivan nuestros hijos. No sé qué actos son buenos o malos, o qué decisiones son correctas, pero animo a los padres a actuar desde cierta flexibilidad porque, si somos muy estrictos respecto a la realidad, puede que no ayudemos a nuestros hijos a manejar situaciones desconocidas.Confieso que la razón por la que me animé a escribir este texto es que una persona se ha dado de baja del boletín porque el uso de la palabra hostia le resulta ofensivo.
En su despedida, esta persona me anima a seguir trabajando y está convencido/a de que ayudaré a mucha gente, pero él/ella se da de baja porque no le gusta ver la palabra “hostia” en el titulo de un artículo. Por lo tanto, ya no recibirá más mis artículos, aunque considera que son útiles, supongo que para su papel de padre/madre.
Mi conclusión después de todo esto es que, ya sea porque imponemos nuestras opiniones irracionales desde la conducta instintiva o porque rechazamos lo que nos incomoda aunque sea útil o importante ¿cómo ayudaremos a nuestros hijos a gestionar sus vidas si no somos flexibles en nuestra forma de vivir su realidad?
Supongo que flexibilidad es la palabra clave: flexibilidad (o tolerancia) para aceptar nuevos diálogos y para manejar situaciones desconocidas o incómodas.
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