Título: La Flor de la Argoma
Autora: Toti Martínez de Lezea
Editorial: Erein
Año de publicación: 2008
Páginas: 342
ISBN: 9788497464758
Después
de leer Ofrenda a la tormenta,
en la última visita a la biblioteca decidí no viajar muy lejos con
la nueva lectura y me decanté por seguir en el País Vasco y por
Toti Martínez de Lezea,
una autora de la que he leído con esta ya catorce novelas y que
nunca me defrauda. Al contrario, siempre consigue sorprenderme y
hacerme disfrutar con sus obras. Y esta vez no ha sido una excepción,
además hacía más de tres años que no leía nada suyo y el
reencuentro no ha podido ser mejor.
La Flor de la
Argoma nos sitúa en
Araotz, un pequeño grupo de caseríos cercanos a Oñati (Gipuzkoa)
en el año 1872. Allí conocemos a Bittor, Eladio, Agustín y Tomás,
los hermanos Urrondo, que siendo los dos mayores adolescentes y los
dos pequeños solo unos niños se quedan huérfanos y son enviados a
estudiar con los jesuitas de Loyola.
Cuando
por fin regresan a Urondoa, el caserío familiar, se dan cuenta de
que muchas cosas han cambiado en su entorno. Estamos en plena
Tercera Guerra Carlista y quien más quien menos todos los vecinos se
ven afectados por el conflicto. Ellos, por supuesto, tampoco podrán
escapar a los constantes enfrentamientos entre carlistas y liberales.
Bittor
es solitario, tosco, introvertido, independiente. Un joven rudo, pero
también noble que sabe que esa no es su guerra, que no va con él,
no defiende ni los Fueros, ni la Iglesia ni a Dios. A él lo único
que le importa es su tierra, su caserío, el lugar donde nació y al
que pertenece. Las libertades, los cambios, todo lo demás no le
preocupa lo más mínimo. Él es feliz con su ganado, no necesita
nada ni a nadie.
Eladio,
por su parte, también quiere vivir en Urondoa, pero su forma de
entender la vida es totalmente opuesta a la de su hermano mayor. No
está dispuesto a dejar que, por ser el primogénito, le arrebate lo
que, según él, le corresponde de la herencia paterna. Y luchará
hasta el final para conseguirlo.
Pero
el caserío no es lo único que enfrenta a los dos hermanos, ya que
ambos se enamoran de la misma mujer, Julia, la hija adoptiva de don
Antonio Zabala, un conocido y respetado abogado de Oñati. Don
Antonio es ya anciano, íntegro, tranquilo, responsable, sereno y
está dispuesto a ayudar a todos sus vecinos. Julia es joven,
soñadora, romántica, idealista, pero igual de buena persona que su
padre adoptivo. Los dos son mis personajes favoritos, es imposible no
querer formar parte de su familia y cogerles muchísimo cariño a lo
largo del libro.
Julia
es una señorita bien, de clase, con dinero, buenos modales,
acostumbrada a los lujos, a la vida en la Villa, todo lo contrario
que los Urrondo, tan hechos a vivir en el monte, en el caserío, en
medio de la Naturaleza, de la que se sienten parte, especialmente
Bittor.
Pero
a todos les toca vivir tiempos convulsos, agitados, peligrosos, en
los que es difícil saber de quién te puedes fiar, quién te va a
traicionar o a quién le puedes confiar tus verdaderos sentimientos.
No quiero desvelaros nada de la trama, pero sí recomendaros esta
novela que nos habla de tradiciones, pasiones y desencuentros que se
prolongan a lo largo de los años y afectan a varias generaciones de
una misma familia.
Una
novela que tiene un poco de todo: Historia, amor, saga familiar, unos
personajes tan reales, cercanos y humanos que, aunque en muchos
momentos no comprendamos sus motivaciones, sus ideas, sus actos,
tampoco nos atrevemos a juzgarlos, porque quizá no nos gustan, pero
los respetamos.
Una
ambientación que nos traslada a distintos lugares de Gipuzkoa como
Araotz, Oñati, Arantzazu, y también a Navarra. Caseríos, montes,
ganado, Naturaleza. Y la Tercera Guerra Carlista, algo que tenía
totalmente olvidado de las clases de Historia del instituto y que me
ha venido muy bien recordar.
Y,
por si fuera poco, venganza, rencor, odio, pero también amor,
amistad, lealtad... todo esto y mucho más esconde entre sus pétalos
la flor de la argoma.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.