Revista Comunicación

‘La flor del magnolio’ (1)

Publicado el 07 abril 2017 por Felipe @azulmanchego

‘La flor del magnolio’ (1)

LA HISTORIA QUE CONTAMOS. Acaba de salir de la imprenta y ya está a la venta mi tercer libro. En este caso una novela, cuyo argumento me permito trasladar aquí. Posteriormente, algo contaré también sobre los personajes y los escenarios.

El relato de ficción arranca en 1989 cuando el exinspector Santos Senabre escucha en la radio que durante las obras de rehabilitación para construir la sede del Banco Santander en el Paseo de la Castellana de Madrid, aparecen unos restos mortales. Se trata de una antigua sala de fiestas (Alazán), cerrada por un incendio en 1976 y reabierta como club de alterne un año más tarde. Inicialmente, los datos que escucha son escasos y bastante confusos, pero el expolicía conoce con certeza la identidad del cadáver.Años antes, harto del acoso de sus superiores, Santos decide abandonar el Cuerpo Nacional de Policía, donde llegó a ser jefe del Grupo Antiatracos. Desde entonces (1984) trabaja como jefe de seguridad en la lujosa joyería Grassy, en la madrileña Gran Vía.Tiempo atrás (desde 1978) se había dedicado en cuerpo y alma a investigar la extraña desaparición de Rubí, trabajadora de Alazán. Llega a la conclusión, aunque no lo puede probar, de que ha sido don Álvaro, el dueño del club,  el que la hizo desaparecer para evitar que contara todo lo que sabe de sus oscuros negocios.Don Álvaro se había desplazado a Amberes (1977) para conseguir piedras preciosas falsas con el fin de hacerlas pasar por auténticas sin grandes dificultades. Para sus propósitos se asocia con Gaston Vanhülle, mercader de diamantes y mafioso. De Amberes, don Álvaro se trajo como guardaespaldas a Erik Janssens, un ex presidiario y matón a sueldo del mejor postor. En realidad, se lo impuso Vanhülle como condición para montar el negocio en Madrid.Inicialmente don Álvaro quiso embaucar a Santiago Salgado, un prestigioso joyero que se negó a certificar el fraude. Su hija, Adela Salgado, gemóloga, sospecha que la posterior muerte de su padre no fue por causas naturales y pide ayuda a Santos Senabre. Con lo que no contaba Santos era con enamorarse perdidamente de Adela, emparejada a su vez con Diego Montoya, bailarín de cierto prestigio.Adela se siente amenazada y le pide a Santos que la proteja porque Diego, como es habitual, está fuera de viaje. Los “malos” atacan a Santos mientras hace deporte por el Retiro y, cuando entran en su casa para buscar una piedra muy especial, se encuentran con Adela y también le dan una paliza de muerte. Aunque malheridos y con graves lesiones, ambos consiguen salvarse.

El negocio de Alazán languidece hasta prácticamente su desaparición. Antes, Erik Janssens vuelve a Madrid para saldar viejas cuentas pendientes. Continuará.

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