Por el decreto del 26 de diciembre de 1936 (Gaceta de la República del 29/12/1936) se crea el Estado Mayor Central de las Fuerzas Navales de la República, nombrándose como Jefe del mismo al CC Luís Gonzalez de Ubieta. El cometido de este Estado Mayor Central se establece en el estudio y preparación de las operaciones navales según las directrices que marcaría Prieto como ministro de Marina y Aire.
A dicho Estado Mayor se incorporan los siguientes marinos:
CC Julián Sánchez Erostarbe
CC Horacio Pérez
TN Luis Huerta de los Rios
TCOL de Artillería José Hernández
TCOL de Ingenieros Navales Luis Santoma Casamor
CTE de Intendencia Rafael Quixal Paredes
TTE Maquinista Juan Torrente Vizoso
AUX Manuel de Vargas Paez
AUX Bernardo Borras Rodriguez
AUX Emiliano Domínguez Galeano
Su primer interés se centra en establecer una estrategia que permita conseguir el dominio en el Mediterráneo, planificar acciones navales ofensivas, hasta la fecha prácticamente inexistentes, y acabar con el control que sobre el Estrecho mantiene la marina sublevada desde que el grueso de la Flota fue enviado al Norte por orden de Prieto, una decisión inexplicable y no apoyada por los mandos navales. Para llevar a cabo estos objetivos se solicita del Ministerio la participación de la aviación para misiones de exploración, vigilancia y bombardeo. Se insiste en que la aviación bombardee el Arsenal de Ferrol para impedir que el crucero "Baleares" quede operativo e incorporado por tanto a la flota rebelde. Una petición inútil, un enorme fallo de los servicios de información republicanos, dado que desde el día 2 de enero el "Baleares" ya se encontraba en Cádiz. Se solicita que tres escuadrillas de submarinos se destinen para operar desde las Bases de Mahón, Málaga y Bilbao. Igualmente se piden lanchas torpederas para complementar la acción de los submarinos, y que se unifiquen los calibres del armamento artillero de los destructores.
Experto en Estrategia Naval y Profesor de la Escuela de Guerra Naval
De todas estas pretensiones únicamente se conseguirán cuatro lanchas rápidas soviéticas, además incapaces de navegar con marejadilla. En resumen el Ministerio se niega a respaldar la estrategia naval propuesta por el Estado Mayor, no cae en la cuenta de que si los objetivos navales son tan decisivos como los terrestres difícilmente estos últimos pueden ser alcanzados. Tal ineptitud para entender y valorar adecuadamente esta cuestión hará que la Flota republicana se convierta en la única fuerza militar que no ha incrementado su poder combativo, ni siquiera ha repuesto pérdidas ni armamento.
El entonces Jefe de la Flota, el CC Miguel Buiza ve como sus insistentes peticiones de apoyo aéreo para exploración, cobertura y misiones ofensivas son adulteradas a nivel político por la exigencias soviéticas de seguridad mediante la protección de sus buques mercantes por la Flota republicana, hasta el extremo de dejar la opción ofensiva en la mar en manos de los pilotos soviéticos de una escuadrilla de bombarderos Katiuska SB-2, desconocedores de tácticas navales de combate y sin adiestramiento para el reconocimiento de buques en el mar. Sus "logros" se limitan al bombardeo de la motonave italiana "Barletta", en Palma de Mallorca, del ataque por error al acorazado alemán "Deutschland" en Ibiza, y del ataque sin consecuencias al crucero rebelde "Almirante Cervera", frente a las costas valencianas.
Esta inoperatividad de la Flota republicana pone en bandeja de plata a los sublevados el cierre definitivo del paso de Gibraltar. Además del control total del Estrecho, los sublevados pasan a disponer una mayor libertad de acción en el Mediterráneo y mar de Alborán, creándose una vía segura para la llegada de los aprovisionamientos procedentes de la Italia fascista, bien por vía directa, o bien con escala en las Baleares, dado que la Base Naval de Mahón no representaba una amenaza seria para la navegación sublevada en la zona, a causa de la falta de medios navales y aéreos, cuando la isla debería haber sido una ventaja estratégica de importancia si se la hubiera dotado de los medios necesarios, según solicitó el Estado Mayor.
Desde aquel momento, y estamos hablando de los primeros meses de 1937, la Flota republicana prácticamente abandona las misiones ofensivas. Mientras tanto los sublevados aprovechan esta actitud republicana para con sus tres cruceros operativos ("Miguel de Cervantes". "Canarias" y "Baleares"), los dos submarinos comprados a Italia ("General Sanjurjo" y "General Mola") y cuatro viejos destructores, también de procedencia italiana ("Ceuta", "Melilla", "Huesca" y "Teruel"), junto a nueve lanchas de origen alemán e italiano, "dominan" toda la zona marítima.
Tampoco los sublevados emprenden misiones ofensivas en el mar, dada la inactividad de la Flota republicana pueden disfrutar de la libertad de movimientos para asegurar sus vías de comunicación sin necesidad de tener que enfrentarse a la Flota gubernamental. A pesar de todo lo anterior se producen algunos enfrentamientos entre unidades de las dos Flotas en aguas del Mediterráneo, todas ellas sin resultados provechosos para ninguna de las dos fuerzas navales. Así, el 25 de abril se produce un encuentro fortuito entre cruceros sublevados y buques de la República, finalmente todo se reduce a un intercambio de disparos en aguas de Cartagena sin que se consiguiera ningún impacto, dicen que como consecuencia de una baja visibilidad. Tres meses más tarde, el 11 de julio, el sublevado "Baleares" intercepta una flotilla de destructores republicanos a la altura de cabo Cullera, los destructores se alejan de la zona en busca de aguas seguras. El 7 de septiembre el "Baleares" entabla combate con buques republicanos frente a las costas de Argelia, la artillería del "Libertad" alcanza al "Baleares" con uno de los disparos. El crucero sublevado se encuentra en una situación comprometida a causa de su situación entre la costa y los buques republicanos, limitado en sus movimientos, sin embargo los destructores leales inexplicablemente no lanzan ningún torpedo contra el crucero, una gran ocasión perdida.
El Estado Mayor no pudo llevar a cabo sus planes, que en definitiva no eran otros que aniquilar a la flota rebelde e interrumpir los suministros por mar destinados a los sublevados, algo que se debió haber hecho en el verano de 1936, y no pudo por la sencilla razón de que todas sus decisiones estaban supeditadas al visto bueno del Ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, un personaje que era un perfecto desconocedor de los temas que su cartera debía tratar y que tampoco se dejó aconsejar por los marinos que estaban bajo su mando, además de ser el responsable de la incorporación la Flota de marinos partidarios de la sublevación, a los que calificó de "aprovechables". Un error más de tantos. Errores que siguió cometiendo hasta que Negrin se lo quitó de encima en abril de 1938.
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Fuente consultada: "La Estrategia Naval en la Guerra Civil Española". Ricardo Cerezo. Revista de Historia Naval (1984)