La moda está en constante cambio, en evolución continua aunque sea volver a lo que se llevó hace años como si de un bucle se tratase. Sea como sea, la moda nos marca e incluso condiciona, diariamente en nuestra vida cotidiana a nivel personal pero también a escala profesional. Cada día tenemos que elegir según nuestra profesión, lugar de trabajo y desempeño incluso de ese día en particular (si tenemos una reunión importante o un encuentro por ejemplo) nuestro outfit determinado. Lo hacemos de forma inconsciente como algo más que integrado y a lo que estamos acostumbrados y hay un detalle súper importante al que no damos valor y que deberíamos tener en cuenta para poder actuar con “conocimiento de causa” sobre ello. Y esto no es otra cosa que si… la ropa que usamos y con la que nos vestimos para trabajar, ¿afecta a nuestra productividad?
La evolución en la moda en el ámbito profesional
De unos años a esta parte, el escenario de la moda a nivel profesional ha cambiado y mucho. Tanto que antes todo el mundo con puestos o responsabilidades medianamente importantes y relevantes vestía de manera muy formal (los hombres no prescindían de la chaqueta y corbata para nada y las mujeres del tacón y las faldas o pantalones de vestir) como soporte de su estatus profesional.
Hace unos años era impensable prever como el código de vestimenta profesional podría cambiar tan radicalmente. Esos trajes de chaqueta y corbata obligados antes han pasado a un segundo o tercer plano tanto que podríamos decir que se usa en un 10% de las profesiones y sólo en determinadas ocasiones. Es verdad, que esa vestimenta “obligada” se sigue imponiendo en determinados sectores como la banca.
Las empresas han cambiado mucho y su cultura respecto a la vestimenta también. Ahora los hombres visten de manera más informal (que no por ello menos elegante ni menos acorde) en el día a día (pantalón de vestir, camisa, americana más informal o jersey) y en las mujeres también se observa que el código de vestimenta se ha abierto para dejar paso a prendas más versátiles y por supuesto, liberarnos cuando así se desea, de los obligados tacones de antaño.
Uno de los objetivos de este cambio es mostrar una posición más cercana y más relajada en la que lo que importa es el trabajo, estar cómodos para su realización y también identificar la personalidad de quién lo lleva.
Este código ha cambiado tanto que como decimos, los trajes de chaqueta y corbata cuando se ven, se intuye a qué se dedica esa persona y podemos decir que se trata de una persona que trabaja quizás de un banco de inversión, un abogado, un directivo. Y es que estamos en el punto de que profesionalmente la ropa también tiene que hablar de la persona y de la profesión.
Ahora cuando vamos a una entrevista de trabajo, en general, nos vestimos como somos (y no nos disfrazamos para aparentar formalidad) y este ejemplo es muy fácil de ver en las profesiones creativas en las que ya no importa (o incluso se valora) que una persona vaya a una entrevista en zapatillas deportivas, tenga tatuajes o vista jeans. Los jeans, ahora tan presentes de forma diaria en las oficinas de todo el mundo.
La ropa que vestimos afecta a nuestra productividad
Y todo este escenario que hemos expuesto es para poder llegar al punto de que lo que vestimos afecta y muchísimo a nuestra productividad diaria.
Siempre estamos buscando la excelencia en nuestro trabajo y queremos ser cada vez más productivos y que nuestro equipo lo sea. Para ello buscamos y analizamos todos los factores que influyen y uno de ellos que parece nimio pero que ni de lejos lo es, se refiere a la ropa que vestimos.
Porque aquello que vestimos afecta de forma exponencial a cómo nos sentimos y cómo estaremos durante todo el día. Quizás haya quien lo vea como algo superficial pero realmente, es un factor a tener muy en cuenta y hay algo que debemos tener muy claro si queremos que nuestro equipo sea más productivo y esto es “la libertad”. Dar libertad a nuestro equipo para vestir como quiera (por supuesto dentro de unos límites normales de limpieza, educación, saber estar y llevar) aportará que cada uno pueda vestir según su forma de ser, sentirse identificado con aquello que lleva y con ello estar cómodo para desarrollar su actividad sin sentirse “disfrazado” ni incómodo. No estar pensando en “como voy vestido” es una liberación de energía mental que se podrá emplear en ser más productivo.
Y es que estar cómodo y confortable en el trabajo es sin lugar a dudas, una clave fundamental para ser más productivo. Y si no, pensemos por un instante: en tu empresa trabaja un diseñador gráfico creativo ¡excelente! Que debe estar todo el día dibujando, creando con colores, formas, diseños nuevos y cada vez más novedosos, que además en muy raras ocasiones visita a clientes y cuando lo hace, necesitas que transmita esa creatividad que “vendéis”, ¿de verdad crees que le favorece en su creatividad y comodidad y por ende, en su productividad, llevar traje de chaqueta y corbata, zapatos de vestir y prendas con las que posiblemente se sienta incómodo y no se siente para nada “él o ella”? Si le obligas a llevar una ropa determinada alejada de su estilo y que además es incómoda para estar todo el día en una silla dibujando, ten por seguro que lo primero que conseguirás será su malestar constante y ahí, verás afectada su productividad.
Además, hay que añadir, que la ropa nos ayuda a modular el estado de ánimo. Arreglarnos más o menos en días en los que nuestro estado de ánimo está más alto o más bajo, nos ayuda a regular cómo nos sentimos porque de nuevo, la ropa transmite quienes somos (es una forma de expresión) y cómo nos sentimos. Dar libertad, que cada uno defina su “tono” es una apuesta segura para aumentar y generar un buen ambiente de trabajo de forma personal, en equipo y, por tanto, trabajar la salud de la productividad de la empresa.