Revista Educación

La forma del agua

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La forma del agua

Me siento hoy ante el teclado con la intención de dejar tres cosas muy claras: Primero, que no voy a hacer un análisis cinematográfico de la última película de Guillermo del Toro, sino a intentar plasmar en este artículo las sensaciones que me ha dejado. Segundo, que deseo fervientemente que cualquier persona que me lea vaya a ver la película (se estrena en España el 16 de febrero, creo) y pueda disfrutarla de la forma en que yo la he disfrutado. Y tercero, que debo hacer esto sin destripar la trama (a mí me gusta mucho más el término espoilear, pero para gustos colores).

Puedo decir que La Forma del Agua (The Shape of Water en su título original) me ha parecido una auténtica maravilla; que hacía tiempo que una película no me emocionaba de una manera tan profunda y genuina.

Puedo decir que la historia y los personajes desprenden una sensibilidad y una humanidad como pocas veces había visto en un cine.

Podría hablar durante horas de lo mucho que me gusta su protagonista principal, Sally Hawkins, alejada de los cánones de belleza hollywoodienses y mucho más cerca del Mundo Real™. De lo redondos que son todos y cada uno de los personajes, incluído el más abyecto.

Podría hablar durante horas de los temas que toca la película (algunos únicamente apuntados, otros que sobrevuelan el metraje durante toda su duración): El machismo, el feminismo, la homofobia, el racismo, la xenofobia, el odio, el miedo... la reivindicación de lo extraño y de la diferencia; el amor y el sexo.

Podría hablarles de su maravillosa banda sonora:

Pero es mejor que la vean ustedes mismos y la juzguen bajo su propio punto de vista. Al fin y al cabo, lo que yo opine, les debería dar igual.


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