Los aficionados al cine fantástico estamos de enhorabuena con la llegada a nuestra cartelera de la última película de Guillermo del Toro, buque insignia del cine de ciencia ficción de calidad, en el que la deslumbrante fantasía se entreteje con historias de gran trasfondo íntimo y emocional, fundiéndose en un delicioso tono uniforme de realidad mágica.
“La forma del agua” es la historia de un grupo de perdedores e inadaptados que intentan acoplarse y ser admitidos en el mundo de los mal llamados ‘normales’, con esfuerzo y aliándose entre ellos para ayudarse y conseguir un mismo fin. Es el caso de un homosexual maduro que intenta revitalizar su apagada actividad carnal en una época relativamente reciente en la que sentir atracción hacia tu propio género era motivo de desprecio, burlas y marginación. 
Esa misma época en la que las mujeres no tenían voz, lo cual suponía un hándicap doble para una mujer muda. O el racismo imperante, que hacía que la comunidad negra no pudiera acceder a según qué establecimientos o que una mujer de color se viera sometida a mayor discriminación aún por parte de la sociedad y del yugo conyugal. Incluso un ser mitológico más poderoso de lo que alcanza la imaginación de ningún mortal puede acabar convertido en víctima por la incomprensión de los tiranos que se creen hechos a imagen y semejanza de Dios, se consideran superiores a los que son diferentes. Además, las debilidades dejan de ser tales, y la cicatriz causante de tus desdichas puede convertirse en tu medio de supervivencia.
Es imposible no sentirse conmovido y hechizado por el personaje de Elisa, por obra y gracia de una chispeante Sally Hawkins que sabe imprimir la dosis justa de debilidad y fortaleza a su personaje. Hawkins no está sola, le respalda un elenco de los más solvente: Octavia Spencer, Richard Jenkins, el omnipresente Michael Stuhlbarg, Michael Shannon,… Incluso la criatura marina (representada por Doug Jones) consigue transmitir lúcidamente sus emociones.
El agua, base de la vida, es también la base de una película que se nutre del líquido elemento mediante incontables referencias acuáticas, más allá del título o de las evidentes por ser éste el hábitat en el que palpita la criatura. Huérfanos abandonados en la ribera de un río, señoras de la limpieza que con agua van limpiando la porquería del mundo, medio acuático de onanismo recurrente, o un calendario de pared que oculta tras sus hojas mensajes reveladores relacionados con el agua:
“El tiempo es un río que fluye desde nuestro pasado”
“La vida es lo que queda tras el naufragio de nuestros planes”.
Al igual que ocurría en “El laberinto del fauno”, del Toro consigue traspasar el terreno de la ciencia ficción para adentrarse en los casi inalcanzables parajes del simbolismo mágico con gran maestría y ondear a los cuatro vientos tanto la bandera del amor interracial como otros mensajes rabiosamente vigentes y esperables en el discurso de un mexicano en plena era Trump. Además, es una oda al cine, un canto de amor que le profesa el director al séptimo arte y a la ficción televisiva, se palpa el cariño que le ha impreso el director a la película, con una protagonista que no casualmente vive encima de un cine donde proyectan “La historia de Ruth” en sesiones casi desiertas y que se evade de su triste realidad bailando claqué e imitando a sus ídolos televisivos.
“La forma del agua” ha cosechado nada menos que trece nominaciones a los Oscars, lo cual es más meritorio si se tiene en cuenta el nivel tan alto de las propuestas que ha habido este año. Sería injusto que del Toro no se alzase, como mínimo, con el premio correspondiente al mejor director.
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- ##check## Lo bueno
- Todo. La película se adentra en diferentes géneros, y se impone triunfante en todos ellos.
Consigue la compasión hacia sus desfavorecidos personajes, inclusive se gana el cariño del espectador hacia la amenazante criatura devora-mininos, dota de verosimilitud a la complicada e irracional historia de amor, el suspense funciona perfectamente e incluso las pinceladas de comedia no chirrían en un conjunto temático tan heterogéneo. - ##times## Lo malo
- Sin ninguna duda, la escena musical. Es totalmente superflua, rompe el clima de la película, pero por suerte se trata de un breve inserto del que la película consigue recuperarse sin secuelas. En cambio, en el film encontramos otras escenas oníricas desde el punto de vista de la protagonista que no solamente no desentonan sino que consiguen que nos adentremos en la mente de la dulce Elisa y le acompañemos en sus pensamientos, sueños y delirios.
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- Ambientación 10
- Simplemente perfecta. Del Toro no se conforma con la esmerada recreación visual (mención especial para los aposentos de la protagonista, tenebrosos pero a la vez atrayentes, y que parecen surgidos de la desbocada imaginación de Tim Burton), sino que introduce multitud de apuntes de la época hilvanados en el propio guión. Como el declive de las salas de cine por la irrupción expansiva de la televisión, dando lugar a la congregación masiva de la sociedad estadounidense de la época frente a la caja tonta, que se maravillaba con las ocurrencias de la simpar Shirley Temple, los exóticos contoneos de Carmen Miranda o las patochadas de Jerry Lewis, todo ello desde la comodidad del sofá de su casa.
- Desarrollo de Personajes 9.0
- Guillermo del Toro ama a todos sus personajes, les dedica de forma ecuánime su atención y su porción de guión, y es por ello que uno acaba entendiendo las razones de la imperiosa necesidad de amor y pasión de Elisa, la amargura de Giles, o la obcecación del coronel Richard Strickland en enrollarse con una mujer sin voz ni réplica, en el gesto más absoluto de dominación machista..
- Argumento / Guión 9.5
- A pesar de la casi constante presencia de agua en la película, la historia no ‘hace aguas’ en ningún momento, con una historia cautivadora escrita al alimón por el propio del Toro y Vanessa Taylor.
- Banda Sonora 9.0
- En una película que rinde un homenaje tan sentido a los felices años del ecuador del siglo XX, era imprescindible que gran parte de la banda sonora correspondiera a canciones de radiofórmula de aquellos años. Pero también hay cabida para bellas creaciones nuevas a cargo de Alexandre Desplat, cuya composición principal, al igual que ocurría en “El laberinto del fauno”, es una nana que queda retenida en la memoria del espectador desde los primeros compases, y que incluso la propia protagonista tararea mudamente en un momento de la película. Tan importante es la música en “La forma del agua”, que es uno de los recursos que utiliza Elisa para tomar contacto con la extraña criatura. ‘La música amansa a las fieras’..
- Entretenimiento 9.5
- El interés no decae, ni siquiera en las partes de la historia más previsibles. Por ello, gustará a casi todos los públicos, no sólo a los forofos de la ciencia ficción.
- Montaje / Innovación técnica 9.5
- Efectos sobresalientes, aunque no novedosos. Por ejemplo, la sensación etérea de las escenas de ensoñación sumergida con elementos de mobiliario flotando en reposada ingravidez ya fue empleada magistralmente en “Titanic”, o el desplazamiento de la cámara a través de los diferentes niveles de la estructura del edificio ha sido utilizado recurrentemente en varias películas. Con todo, es un gran logro que la criatura romántica no desentone en el entorno real y se integre plena y satisfactoriamente con personajes y escenarios.
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- Puntuación Total 9.5 / 10
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