La forma del agua, es algo así como La sirenita, con la estética de Amelie y la atmósfera de Días de Radio. Pero sobre todo, es una tierna historia de amor.
Ambientada a principios de los 60, en la época de la Guerra Fría, la película nos muestra la aburrida vida de Elisa Esposito ( Sally Hawkins), una joven muda, que trabaja limpiando unas instalanciones científicas del gobierno estadounidense. Un día llega a las instalaciones una criatura anfibia, parecida a un tritón ( Doug Jones), con el que Elisa trabará una relación muy especial. Acompañaran a Elisa un abanico de entrañables secundarios (casi aspirantes a protagonistas) como Zelda ( Octavia Spencer) y Giles ( Richard Jenkins); por otro lado, la contrarréplica vendrá por parte del Coronel Strickland ( Michael Shanon) que hará todo lo que este en su mano para tratar de separar a nuestros dos protagonistas.
Tanto Strickland como Zelda representan más allá de su personaje dos colectivos antagónicos en la época: el hombre blanco supremacista que quiere seguir manteniendo sus privilegios y los afroamericanos que exigen ser tratados como iguales. Pero lejos de ser solo caricaturas, ambos personajes son muy humanos y no resulta nada forzada la introducción de crítica social, pues la película simplemente refleja una situación histórica, sin posicionarse.
Doug Jones, es ya más que conocido para los amantes del cine de Guillermo del Toro, ya que ha compartido rodaje en innumerables ocasiones con el director, dándonos personajes de la talla de Abe Sapien ( Hellboy), El Hombre Pálido y el Fauno ( El laberinto del fauno).
Si estableciramos similitudes con la que hasta hora es considerada su obra magna: El laberinto del fauno, veríamos como ambas comparten temas recurrentes, como podrían ser las historias humanas al margen de los conflictos sociales o la necesidad de lo mágico (para algunos de sus personajes) como forma de huida de un mundo real que les es extraño.
Las similitudes son aun más claras en el caso del personaje de Michael Shanon, el cual practicamente es un alter ego de Vidal el Capitan de la Policía Armada Franquista de El laberinto del fauno, ambos son metódicos, obsesivos y rigen su conducta por códigos morales inquebrantables. Personajes que justifican cualquier medio con tal de conseguir sus objetivos, personajes que lo hacen todo por su patria sin importarle las vidas de sus conciudadanos; en otras palabras, seres despreciables.
Otro tema apasionante que trata la película es el de la comunicación y el lenguaje. La película expone de forma magistral que el lenguaje es solo el medio para expresar sentimientos, emociones... Como ejemplifican a la perfección los dos protagonistas, a veces no es necesario hablar el mismo idioma, o siquiera hablar, para comunicar.
Guillermo del Toro a lo largo de su trayectoría cinematográfica, ha sido capaz de crear un universo propio, con personajes carismáticos ( Hellboy, Mercedes, Abe...) un lenguaje visual muy característica, e historias que nos maravillan y nos conmueven a la par.
Qué decir de una banda sonora que ya cuenta en su haber con un Globo de Oro y es una de las grandes favoritas a hacerse con el Oscar en esta categoría.
En definitiva una película delicada y muy cuidada, que cuanto menos deja un regusto dulce en el espectador.