Revista Cine
La forma del agua. Soberbio trabajo audiovisual que promete cine de verdad
Publicado el 11 marzo 2018 por Claquetados @claquetados
El cineasta Guillermo del Toro presentó su nueva película en la pasada edición del Festival Internacional de Sitges. Fue además padrino del Festival e inauguró el certamen el 5 de octubre de 2017. No obstante, no ha sido ésta la primera vez que el director, guionista y productor mexicano ha tenido presencia en tan aclamado festival de cine de género. En 2006 inauguró la edición con "El laberinto del Fauno" y su primera visita fue en 1993, año en el que obtuvo el premio al mejor guión por "Cronos", ópera prima considerada a día de hoy película de culto.
Con "La forma del agua" nos transporta a la época de la guerra fría donde los americanos han capturado en el Amazonas un extraño ser mitad hombre mitad anfibio, que deben investigar, analizar y finalmente sacrificar. Una película que promete mezcla de géneros que casan a la perfección: ciencia ficción, drama y thriller. Sin lugar a dudas, un film de autor disfrazado de tonos turquesas con su característica dosis de opuestos común en sus anteriores propuestas cinéfilas.
En estos últimos días, del Toro ha sido el gran protagonista de la noche del cine por excelencia, la 90ª edición de los Premios Oscar, en la que su película se ha alzado con cuatro estatuillas, incluyendo el reconocimiento a Mejor Película, Director, Diseño de Producción y Banda Sonora.
Desde sus primeras creaciones, del Toro ha manifestado su interés por las criaturas fantásticas vinculadas a épocas pasadas que nunca existieron. Casi podemos afirmar que ha creado una cosmología de monstruos digna de cualquier escritor de las epopeyas clásicas. Fueron "El Espinazo del diablo" en 2001 y "El laberinto del fauno" en 2006, los proyectos que lo consagraron como narrador de historias en las que se presentan de manera onírica los miedos de las personas personificados en monstruos o seres diferentes. Y es que el monstruo representa aquello que nos aterroriza, aquello que nos intimida.
Además, sus películas muestran el concepto de la diferencia como aquello enfrentado a lo que conocemos. En nuestro día a día, nos encontramos a menudo ejercicios de interacción social directamente relacionados con sus films. La diferencia la convertimos en seres despreciables, dignos de burla o de marcada exclusión. Los que me lleváis leyendo estos años, ya habéis visto que me encanta escribir con alusiones a metáforas y comparaciones y, en ese sentido, del Toro es un maestro y convierte su nueva apuesta en una metáfora viva que respira y nos enfrenta a nuestros propios deseos y miedos.
Años 60. Estados Unidos durante la Guerra Fría. Elisa (Sally Hawkins) y Zelda (Octavia Spencer) son dos mujeres que se encargan de la limpieza de un laboratorio de alta seguridad en el que se llevan a cabo investigaciones secretas del gobierno estadounidense. En una época controvertida donde las personas mudas y negras están poco consideradas, se convierten en protagonistas de la trama. Una de las salas secretas tiene una fosa acuática que recibirá una extraña criatura (Doug Jones) que habitaba en una zona indeterminada del río Amazonas.
Robert (Michael Stulhbarg), el jefe médico de las instalaciones, tiene la misión de hacerle todas las pruebas posibles y curarlo de los maltratos implementados por un arrogante supervisor llamado Richard Strickland (Michael Shannon) que quiere acabar lo antes posible con la misión que se trae entre manos para poder huir del tugurio en el que está trabajando. El amor sin palabras que surge entre la criatura antropomórfica y Elisa vertebrará la trama en una auténtica carrera por conseguir liberar a su nuevo amor y así salir de su monótona vida.
La película contiene los ejes característicos de la filmografía del cineasta mexicano. El agua, la magia, la importancia del otro, la tolerancia, la riqueza visual, el retorcido sentido del humor y la dicotomía entre el bien y el mal. Es innegable que del Toro es un creador maravilloso de mundos alternativos, capaz de sumergirte en una fantasía que llegas a ver como realidad y de la que no quieres salir.
Sin duda alguna, otra de las fortalezas de la película son las interpretaciones de los protagonistas que nos dejan momentos memorables incluso cuando no hay palabras de por medio. Pudimos disfrutar de Sally Hawkins (Elisa) en "Godzilla" (Edwards, 2014) y la volveremos a ver en su próxima secuela "Godzilla: king of the monsters" (Dougherty, 2019). También ha trabajado con el legendario Woody Allen en "Blue Jasmine" (2013) y, en palabras del director mexicano, fue su interpretación en "Submarine" (Ayoade, 2010) la que hizo que del Toro tuviera claro que iba escribir un papel a su medida.
La criatura marina está interpretada por Doug Jones, estudiante de teatro y mimo, que es referente en las películas de Guillermo cuando hay que poner en escena un ser fantástico. Ya interpretó a Abe Sapien en la saga de "Hellboy" (2004-2008) y fue nada más y nada menos que el fauno en la fantástica historia sobre la posguerra española.
Como gran seguidor de series, había seguido a Michael Stuhlbarg (el jefe médico) en series como la excelente "Boardwalk Empire" (Winter, 2010-2014) o en la premiada "Fargo" (Hawley, 2017). Finalmente el antagonista de todo el film recae en Michael Shannon (Richard) sobre el que os aconsejo no os perdáis "Animales Nocturnos" (Ford, 2016) donde ejerce su mejor papel de actor secundario y en el que fue nominado como mejor actor de reparto en los Oscar de 2016.
En definitiva, nos encontramos con un ejercicio visual que transporta a una realidad donde las criaturas fantásticas son posibles y el amor imposible se hace realidad. Si bien es cierto que la historia no es muy original y nos recuerda a películas como "La mujer y el monstruo" (Arnold, 1954), la soberbia "ET" (Spielberg, 1982) o la saga literaria de H.P. "Lovecraft" y sus hombres de las profundidades marinas, hay que reconocer que del Toro nos ofrece en bandeja de plata un soberbio trabajo audiovisual que promete cine de verdad.
Tanto me gustó en Sitges que ahora he vuelto a verla en cines!!
Por Sergi Sanmartí (@Horadelsdaus)
Con "La forma del agua" nos transporta a la época de la guerra fría donde los americanos han capturado en el Amazonas un extraño ser mitad hombre mitad anfibio, que deben investigar, analizar y finalmente sacrificar. Una película que promete mezcla de géneros que casan a la perfección: ciencia ficción, drama y thriller. Sin lugar a dudas, un film de autor disfrazado de tonos turquesas con su característica dosis de opuestos común en sus anteriores propuestas cinéfilas.
En estos últimos días, del Toro ha sido el gran protagonista de la noche del cine por excelencia, la 90ª edición de los Premios Oscar, en la que su película se ha alzado con cuatro estatuillas, incluyendo el reconocimiento a Mejor Película, Director, Diseño de Producción y Banda Sonora.
Desde sus primeras creaciones, del Toro ha manifestado su interés por las criaturas fantásticas vinculadas a épocas pasadas que nunca existieron. Casi podemos afirmar que ha creado una cosmología de monstruos digna de cualquier escritor de las epopeyas clásicas. Fueron "El Espinazo del diablo" en 2001 y "El laberinto del fauno" en 2006, los proyectos que lo consagraron como narrador de historias en las que se presentan de manera onírica los miedos de las personas personificados en monstruos o seres diferentes. Y es que el monstruo representa aquello que nos aterroriza, aquello que nos intimida.
Además, sus películas muestran el concepto de la diferencia como aquello enfrentado a lo que conocemos. En nuestro día a día, nos encontramos a menudo ejercicios de interacción social directamente relacionados con sus films. La diferencia la convertimos en seres despreciables, dignos de burla o de marcada exclusión. Los que me lleváis leyendo estos años, ya habéis visto que me encanta escribir con alusiones a metáforas y comparaciones y, en ese sentido, del Toro es un maestro y convierte su nueva apuesta en una metáfora viva que respira y nos enfrenta a nuestros propios deseos y miedos.
Años 60. Estados Unidos durante la Guerra Fría. Elisa (Sally Hawkins) y Zelda (Octavia Spencer) son dos mujeres que se encargan de la limpieza de un laboratorio de alta seguridad en el que se llevan a cabo investigaciones secretas del gobierno estadounidense. En una época controvertida donde las personas mudas y negras están poco consideradas, se convierten en protagonistas de la trama. Una de las salas secretas tiene una fosa acuática que recibirá una extraña criatura (Doug Jones) que habitaba en una zona indeterminada del río Amazonas.
Robert (Michael Stulhbarg), el jefe médico de las instalaciones, tiene la misión de hacerle todas las pruebas posibles y curarlo de los maltratos implementados por un arrogante supervisor llamado Richard Strickland (Michael Shannon) que quiere acabar lo antes posible con la misión que se trae entre manos para poder huir del tugurio en el que está trabajando. El amor sin palabras que surge entre la criatura antropomórfica y Elisa vertebrará la trama en una auténtica carrera por conseguir liberar a su nuevo amor y así salir de su monótona vida.
La película contiene los ejes característicos de la filmografía del cineasta mexicano. El agua, la magia, la importancia del otro, la tolerancia, la riqueza visual, el retorcido sentido del humor y la dicotomía entre el bien y el mal. Es innegable que del Toro es un creador maravilloso de mundos alternativos, capaz de sumergirte en una fantasía que llegas a ver como realidad y de la que no quieres salir.
Sin duda alguna, otra de las fortalezas de la película son las interpretaciones de los protagonistas que nos dejan momentos memorables incluso cuando no hay palabras de por medio. Pudimos disfrutar de Sally Hawkins (Elisa) en "Godzilla" (Edwards, 2014) y la volveremos a ver en su próxima secuela "Godzilla: king of the monsters" (Dougherty, 2019). También ha trabajado con el legendario Woody Allen en "Blue Jasmine" (2013) y, en palabras del director mexicano, fue su interpretación en "Submarine" (Ayoade, 2010) la que hizo que del Toro tuviera claro que iba escribir un papel a su medida.
La criatura marina está interpretada por Doug Jones, estudiante de teatro y mimo, que es referente en las películas de Guillermo cuando hay que poner en escena un ser fantástico. Ya interpretó a Abe Sapien en la saga de "Hellboy" (2004-2008) y fue nada más y nada menos que el fauno en la fantástica historia sobre la posguerra española.
Como gran seguidor de series, había seguido a Michael Stuhlbarg (el jefe médico) en series como la excelente "Boardwalk Empire" (Winter, 2010-2014) o en la premiada "Fargo" (Hawley, 2017). Finalmente el antagonista de todo el film recae en Michael Shannon (Richard) sobre el que os aconsejo no os perdáis "Animales Nocturnos" (Ford, 2016) donde ejerce su mejor papel de actor secundario y en el que fue nominado como mejor actor de reparto en los Oscar de 2016.
En definitiva, nos encontramos con un ejercicio visual que transporta a una realidad donde las criaturas fantásticas son posibles y el amor imposible se hace realidad. Si bien es cierto que la historia no es muy original y nos recuerda a películas como "La mujer y el monstruo" (Arnold, 1954), la soberbia "ET" (Spielberg, 1982) o la saga literaria de H.P. "Lovecraft" y sus hombres de las profundidades marinas, hay que reconocer que del Toro nos ofrece en bandeja de plata un soberbio trabajo audiovisual que promete cine de verdad.
Tanto me gustó en Sitges que ahora he vuelto a verla en cines!!
Por Sergi Sanmartí (@Horadelsdaus)
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