La máxima que toda familia quería hace una década que todos sus descendientes fuesen a la Universidad porque ellos no habían ido, a día de hoy, con las cifras de paro que existen, se ha demostrado que era una idea equivocada.
Ya no es que haya estudios que no posean salidas profesionales (que los hay y muchos), es que además nos encontramos con que las salidas profesionales de aquellas carreras universitarias con mejor futuro se han visto colapsadas por el hecho de que el mercado laboral no ha asimilado el número creciente e incesante de licenciados que han salido en estos años.
Desde ese punto de vista, cuando un hijo a sus padres les pedía hacer Formación Profesional en vez de estudios universitarios, era considerado como algo de inferior categoría, y para que nos vamos a engañar, mataba a disgustos a algún progenitor.
Pero las cosas han cambiado de forma sustancial. Ahora el realizar estudios universitarios es sinónimo (con mucha posibilidad) de engordar las listas del INEM, mientras que los jóvenes que están realizando Formación Profesional, según indican los últimos estudios del INE, poseen una mayor probabilidad de encontrar trabajo que los universitarios.
Dos pueden ser los motivos:
-El primero es que la sociedad avanza demasiado rápido, con lo cual realizar 5 años de una carrera universitaria que quien la comienza tiene buenas perspectivas laborales para cuando la termine, en la mitad de los estudios puede darse cuenta de que eso ya no es posible, con lo cual surge el desánimo en él y en los que vienen detrás que ya no se animarán a matricularse.
-El segundo es que al ser la formación universitaria de largo plazo, no surgen nuevos estudios adaptados al mercado laboral hasta que los que están en vigor cierran un ciclo, con lo cual, cuando estos nuevos quieran surgir, puede que también ya sea tarde.
Y es por eso que el triunfo de la Formación Profesional actualmente está ahí. Por un lado, son cursos de menor duración (dos años) lo cual permite al mercado laboral captar mano de obra formada de una forma más rápida. Pero además, al ser de corta duración, es posible el poder generar nuevos cursos ‘ad hoc’ de la demanda cambiante del mercado laboral, adaptándose más fácilmente a las demandas del mercado laboral.
Imaginemos un nuevo programa informático encargado en la gestión de bases de datos. Si la Formación Profesional saca un curso de especialista en él, en dos años tendrá mano de obra preparad y probablemente con experiencia (ya que en el segundo año de la Formación Profesional hay prácticas en empresas). Si por lo contrario, esta nueva formación se incluye en los contenidos de una carrera universitaria según el Plan Bolonia, hablamos de un mínimo de 4 años, en los que tardará en conseguir mano de obra preparada. Y tocamos un tema, las TICs, que avanzan a una velocidad que implica que cuatro años en muchas ocasiones sea un mundo.
Sectores como las TICs, Medios de Comunicación, Servicios de asistencia geriátrica,… son ámbitos del mercado laboral que no pueden esperar 4 años mínimo para abastecerse de mano de obra, con lo cual el recurso de la Formación Profesional no es de extrañar que sea algo al alza.