¿Cuáles son los factores responsables de producir resultados óptimos en la vida? ¿A qué se debe el afán inherente de crecer y progresar en el ser humano? Los verdaderos líderes tienen un compromiso incuestionable con el binomio I+I: Innovación e Indagación. Cualquier persona u organización que no aplique de manera consistente y sostenida estos dos valores está abocada al estancamiento y a la mediocridad.
En muchas ocasiones, la seguridad y el confort (dos enfoques fuertemente anclados en nuestra sociedad) nos empujan a un modelo de rendimiento basado en el control y en la previsión, desde el cual, resulta muy difícil obtener resultados valiosos, creativos y potentes. Inconscientemente tendemos a este modelo debido a la incomodidad que nos genera el pensamiento disruptivo o no convencional, es decir, cuestionarse de manera constante lo establecido indagando e innovando de manera incesante hasta buscar alternativas óptimas de crecimiento y realización.
El miedo a lo desconocido se erige como una pared inabarcable que nos impide vislumbrar las valiosas y excepcionales oportunidades de crecer que nos aguardan al otro lado. Y todo esto fruto de una falsa concepción del significado que tenemos sobre lo impredecible; asociamos connotaciones de peligro, de inseguridad, de escasa valía e insatisfacción. Ser una persona que siempre tienda al ámbito de la seguridad y lo conocido mina el potencial que ofrece la vida, produciendo un estancamiento que nos impide crecer y evolucionar de manera efectiva. Es innegable que nos pueda asustar dar un paso al frente y dejar a un lado el puerto seguro de lo que nos resulta familiar, pero ¿acaso no es preferible sentir ese cosquilleo interno e inseguridad antes de desperdiciar las enormes posibilidades que la vida nos ofrece? El líder, sin embargo, construye un modelo totalmente diferente basado en oportunidades, potencialidades, nuevas capacidades y horizontes sobre los que forjar una nueva identidad más abierta, enriquecida y capaz.
El verdadero líder es aquel que cuestiona lo establecido incluso cuando parece que todo está “en orden y perfecta armonía”. Es alguien que está constantemente atreviéndose a hacer las cosas mejor y a dar una nueva percepción que rompa con los cimientos del funcionamiento ideal. Indaga y busca la manera de hacer que las cosas sucedan sin importar las dificultades que se pueda encontrar en el camino. Lo que otros catalogan como inviable e imposible, ellos lo ven como probable y alcanzable. No entienden de acotaciones ni límites y no dan nada por hecho. Como dice acertadamente Robin Sharma: “El mantra del verdadero innovador e indagador se resume en un principio: lo mejor es enemigo de lo bueno”. Este principio está comprometido con la excelencia en todo sus niveles, siendo el líder alguien que se niega a brindar nada que no sea lo mejor para sí mismo, los demás o la organización para la que trabaja.
Es importante saber que al asumir riesgos, es decir, innovando e indagando mejores opciones o nuevas formas de concebir un negocio o plan de acción particular, fracasaremos en el intento. Muchas veces no saldrán las cosas como las hemos planeado, pero así es la vida. El fracaso forma parte intrínseca de la realidad del éxito. Puede ser un gran regalo si sabemos ver el motivo subyacente que lo produjo, aplicando una visión constructiva sobre él. Viendo a su vez las causas y los motivos que lo pudieron producir, para que de tal manera, el siguiente intento sea más certero y preciso. Todo depende del enfoque y la representación interna que hagamos con lo que nos acontece.
Todo aquel que no adquiera un verdadero compromiso por mejorar e innovar de manera incesante está bajando el listón de sus capacidades y su ser. Esta reflexión cobra mayor relevancia cuando las cosas van bien y todo parece encajar de manera perfecta en nuestro mapa del territorio. Es aquí cuando tenemos que ser más receptivos para emprender cambios y no acomodarnos en una posición de aparente autoridad. Las personas y las organizaciones verdaderamente comprometidas con el crecimiento siempre buscan nuevas maneras de aportar y añadir valor a lo que hacen. Sabiendo que esa mentalidad es la que garantiza el éxito. Como asevera el ensayista y crítico británico Thomas Carlyle: “Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, solo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”.
Desarrollemos, por tanto, una visión que se niegue a aceptar una versión más baja de lo que nuestro espíritu puede concebir. Levantémonos todos los días con ese llama vigorosa interior que busque el progreso y la mejora indefinidas. Busquemos el desafío de pensar de otro modo y de ser receptivos y abiertos a nuevas ideas y paradigmas. Neguémonos a ser como el promedio y apostemos decididamente por lo mejor. ¿Deseamos alcanzar la cúspide y ser excepcionales? Si queremos, lo lograremos.
“La calidad de un líder se refleja en los niveles de exigencia que fija para sí mismo”.
- Ray Kroc