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La fórmula del éxito de los Dallas Cowboys

Publicado el 16 octubre 2014 por Primeroydiez @Primeroydiez

Por Luis Obregón

La cabeza de un fan de los Dallas Cowboys todavía debe estar dando vueltas ante el hecho de ver que el récord de su equipo dice 5-1, sobre todo cuando ha habido victorias ante equipos como New Orleans Saints y Seattle Seahawks.

En agosto, gran parte del mundo libre que sigue la NFL, (me incluyo en ese grupo) tenía a los Dallas Cowboys como un equipo que veía de forma optimista una cuarta temporada con récord de 8-8, de hecho, muchos los veían con posibilidades de ser un pésimo equipo que con trabajos llegara a la mitad de dicho número de victorias.

Los males eran evidentes; un Tony Romo un tanto subido en años con dos operaciones de espalda en los últimos meses, una defensiva en franca reconstrucción que venía de su peor temporada en la historia y que había perdido a sus tres mejores elementos (Sean Lee, DeMarcus Ware y Jason Hatcher) y un staff de coacheo con muchas interrogantes.

Del otro lado del balón, todos esperábamos que la ofensiva fuera muy explosiva, sin embargo la principal interrogante era si no serían ellos mismos sus peores enemigos, como habían demostrado serlo antes con entregas de balón en momentos clave, castigos que matan drives, pésimo manejo de reloj e incapacidad para cerrar los partidos.

El primer partido de la temporada contra los San Francisco 49ers parecía comprobar la tesis, ya que vimos a un Romo impreciso que tomó malas decisiones y a una defensiva que por momentos fue desplazada a placer.

Desde entonces la fórmula del éxito se ha basado en algunos elementos clave que se resumen en ser efectivos, en “encontrar la manera de ganar”, una frase que Jason Garrett colocó en el vestidor del equipo en la semana previa al encuentro contra los Texans.
Es cierto que Dez Bryant está entrando en niveles mayúsculos de juego, incluso pareándose con Calvin Johnson, pero la fórmula del éxito es más simple y mucho menos “sexy”: Fundamentos sólidos, es decir, buen bloqueo y buen tackleo.

 

Línea ofensiva.
Tres selecciones de primera ronda en los últimos cuatro años encabezan un grupo sumamente sólido que hoy muchos mencionan como uno de los mejores de la liga.
Lo más importante de este cuadro es que tienen una mentalidad distinta a los vicios de antaño, en otra ocasión ya hablé de su juventud, velocidad y solidez mental; ahora me gustaría resaltar el hecho de que además son sumamente físicos, lo cual es fácil de ver cuando DeMarco Murray recibe el balón y va detrás de una línea que está empujando la trinchera por lo menos tres yardas.

Ahora Doug Free estará fuera unas tres o cuatro semanas según los reportes gracias a una lesión. Sí, ese Doug Free, el que en algún momento hace un par de años se había convertido en una carretera libre directo a Tony Romo para los defensivos rivales, pero que esta temporada se ha convertido en el hombre detrás del que los Cowboys prefieren correr. Esto dará paso a Jeremy Pernell, con quien repartió tiempo de juego como titular, así que la prueba para éste último será entrar en el gran ritmo de juego de sus compañeros.

El alto nivel de juego de este cuadro da paso a la siguiente fortaleza del equipo.

 

Juego terrestre.
Uno de los sellos más distintivos de la ofensiva desde que Jason Garrett tomó las riendas de la ofensiva ha sido el ser un ataque muy orientado al pase, temporada tras temporada e incluso partido tras partido hemos visto cómo Tony Romo lanza una cantidad de pases muy por encima del promedio del resto de los QBs de la liga, por lo menos hasta la temporada pasada.

Este año la historia ha sido distinta. A pesar de la llegada de Scott Linehan para hacerse cargo del play calling y de coordinar el juego aéreo, un coach con antecedentes francamente orientados a lanzar el balón de manera frecuente, el compromiso con la carrera ha sido muy notorio.

Uno de los síntomas que delatan este hecho es que en el roster activo, semana a semana está Tyler Cluts, un Full Back. Un jugador que desempeña su rol en una posición en vías de extinción en la NFL y que a pesar de eso hace un trabajo realmente importante para el equipo.

DeMarco Murray ha acumulado 785 yardas hasta el momento, lo que lo coloca en cuarto lugar en el ranking de más yardas por tierra de los 32 equipos de la NFL, sólo detrás de los Cowboys (962), Steelers (824) y Ravens (797). Si se proyectan sus estadísticas a la temporada completa rompería el récord de Larry Johnson de 416 acarreos, rebasaría las 2,000 yardas por tierra y las 2,500 yardas totales. Lo que ya es un hecho es que es el segundo jugador en la historia de la NFL en tener 6 partidos consecutivos con más de 100 yardas para abrir una temporada.

Todos sabíamos, desde hace un par de años, de su gran potencial, sin embargo la duda era (y sigue siendo) la durabilidad. Con esta cantidad de acarreos no sorprendería que viniera una lesión, incluso algunas voces hablan de limitar sus acarreos involucrando a Joseph Radle y a Lance Dunbar.

Tal vez sea momento de que Linehan involucre mucho más a todo el arsenal ofensivo que tiene, de lo cual ya nos mostró un guiño en el partido en Seattle, donde jugadores como Gavin Escobar, Cole Beasley y los mencionados Dunbar y Randle tuvieron su rol en el ataque.

 

Sólida defensiva.
Hay quien dice que esta es la “No Name Defense”, para mi gusto eso se lo debemos dejar a los Miami Dolphins del ’72. A mí me gusta decir que esto es un efecto de la “Marinelli Magic”. El Coordinador Defensivo del equipo ha marcado una diferencia tremenda con respecto al año pasado cuando los Cowboys permitieron cantidades históricas de yardas.

La diferencia primordial desde mi punto de vista es, como ya lo mencioné antes, el buen tackleo. Esto permite que no haya jugadas grandes del equipo contrario. Resulta impresionante ver cómo al momento de recibir un pase, el receptor rival se ve rodeado de defensivos medio segundo después y más importante éstos defensivos aseguran la tackleada antes de la marca del primero y diez.

A esto le podemos agregar que ambos safetys, JJ Wilcox y Barry Chuch, castigan severamente al oponente cada que tienen oportunidad, factor que atribuyo a la presencia de Rolando McClain, quien ha aportado, además de un muy buen nivel de juego, un liderazgo fuerte y con personalidad ruda a la defensiva, la cual había estado ausente durante años en el equipo. Antes vimos líderes como Bradie James, DeMarcus Ware y más recientemente Sean Lee, quienes a pesar de liderar con el ejemplo, nunca tuvieron una personalidad fuerte.

Una de las grandes preguntas en el offseason era cómo iban a generar presión al QB, tras seis partidos, hemos visto que los frontales por medio de rotación y paquetes de situación han sido capaces de apresurar y golpear a los pasadores contrarios; los sacks todavía no llegan al número deseado, pero el avance es el alentador. Si a esto le sumamos que en las próximas semanas todavía vienen refuerzos como Josh Brent y DeMarcus Lawrence esto luce todavía mejor.

 

Buen coaching
Otro punto neurálgico del éxito de los Cowboys es la buena labor de su staff de coacheo. En el pasado vimos a un Jason Garret que quería tener sus manos en prácticamente todos los aspectos del partido, por lo que francamente no se hacía nada bien. Hoy ha delegado mucho a sus Coordinadores Rod Marinelli en la defensiva y Scott Linehan en la ofensiva.

El buen coaching es perceptible debido a que la mayoría de los elementos jóvenes del equipo están jugando en el mejor nivel de su carrera. Por mencionar algunos Orlando Scandrick, Jeremy Mincey, Justin Durant, DeMarco Murray, Doug Free, están teniendo actuaciones muy destacables con respecto al resto de sus años en la liga.

 

Este éxito temprano ha levantado voces que colocan como candidatos a DeMarco Murray como MVP o de menos Offensive Player of the Year, para Jason Garret como Coach of the Year y para Jerry Jones como Executive of the Year.
Lo único que nos falta ver ahora de este equipo es consistencia, que puedan mantener su cabeza sobre los hombros sin irse muy arriba en el cielo y finalmente que sigan manteniendo encerrada esa sombra de ellos mismos que les mete el pié en el peor momento.


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