Traductores: Yoshiko Sugiyama y Héctor Jiménez Ferrer
Editorial: FunambulistaISBN: 9788496601376
Páginas: 304
Auténtico fenómeno social en Japón (un millón de ejemplares vendidos en dos meses, y otro millón en formato de bolsillo, película, cómic y CD) que ha desatado un inusitado interés por las matemáticas, este novela de Yoko Ogawa la catapultó definitivamente a la fama internacional en 2004. En ella se nos cuenta delicadamente la historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que sólo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte la pasión por el béisbol, hasta que se fragua entre ellos una verdadera historia de amor, amistad y transmisión del saber, no sólo matemático… (Sinopsis de la editorial)
La fórmula favorita del profesor del título es esa que aparece en la portada del libro. Porque el protagonista de la novela es un viejo profesor, al que desde que hace diez años tuvo un accidente de coche la memoria únicamente le dura 80 minutos; tan sólo recuerda su vida anterior a ese accidente y lo que le sucede dentro de los últimos 80 minutos de su vida.
A la casa del profesor llega una asistenta, un tanto asustada por el carácter extraño de este personaje, pero que poco a poco establece una bonita amistad con el anciano, proceso que la autora nos explica con una prosa sencilla pero muy evocadora. Esta amistad progresa especialmente cuando el hijo de la asistenta empieza a acudir a casa del profesor: éste acoge al niño con gran cariño, y juntos disfrutan de tardes llenas de problemas matemáticos y retransmisiones radiofónicas de béisbol.
Son únicamente tres los personajes principales de esta historia, apenas hay otros escenarios aparte de la casa del profesor, y pocas son las cosas que suceden en ella. El ritmo es muy pausado pero la narración nos arrastra y nos conmueve. Aunque los personajes nunca expresan verbalmente sus sentimientos (como suele ocurrir en la cultura japonesa), el cariño y la unión que surge entre ellos es prácticamente palpable.
Es muy emotivo ver cómo el profesor, a pesar de su gran inteligencia y lo importante que debió ser antes de su accidente, tiene que preguntarle todos los días quién es a su asistenta, y llena su traje de notas llenas de las cosas que debería recordar. A pesar de ello, su amor por las matemáticas sigue intacto y se lo traspasa a la mujer y a su hijo, que empiezan a pensar en los números primos, en las series y en los problemas matemáticos como algo muy agradable que se convierte en el nexo de unión entre los tres.
Yoko Ogawa
Los aspectos que menos me han convencido son dos: por una parte, el personaje de la cuñada viuda del profesor, que es la que contrata a la asistenta, creo que está muy desaprovechado, y que se insinúa una historia que se podría haber desarrollado más. Yo, por lo menos, querría saber más sobre ella. Por otro lado, en las partes en las que se habla de béisbol me sucede como siempre con este deporte: carreras, homeruns, etc., me dejan un poco fría y no comparto la emoción de los personajes porque jamás he entendido este deporte ni sus reglas (pero éste es un fallo por mi parte, no del libro en sí).En definitiva, La fórmula preferida del profesor es un libro que aunque es muy pausado se lee rápidamente, porque su prosa es fácil de seguir y tiene abundantes diálogos. La relación de los personajes es conmovedora, y entran ganas de achuchar a ese viejo profesor que, a pesar de no tener memoria, es capaz de transmitir todo su amor y sus conocimientos.
Al parecer existe una película basada en este libro, aunque no ha sido estrenada en España. Os dejo el cartel por si queréis investigar para conseguirla. Yo también lo haré, porque tengo curiosidad de ver cómo se ha trasladado la historia del profesor a la gran pantalla.