El orgullo de profesor me permite el cacareo de presentarles un cuento premiado en la Universidad de La Sabana, donde dicto clase. Es obra de una alumna prometedora, picada por el gusanillo de lo audiovisual, pero con una pluma certera e irónica. Que lo disfruten.
LA FORTUNA DE SER ESTILIZADA
Un día más en este corral sucio, oscuro y mal oliente, lleno de mierda de otras gallinas. Sin duda alguna, ningún de ellas sabe lo que es el glamour, la figura estilizada y lo que es cuidar la línea. Gallinas puercas, viejas y gordas es lo que son .
Cada nuevo día es más aburrido que el anterior. Las gallinas se la pasan agachando la cabeza para comer, todo el día la misma acción y al parecer lo disfrutan. Es increíble como se pueden comer ese maíz tieso y viejo que recoge y desgrana el jefe con los niños todos los domingos con las manos puercas y como si nada, lo ponen en los comederos sin ninguna preparación y ni hablar del concentrado que nos dan, con olor a mortecino, color a tierra y sabor a aire.
Siempre la misma cosa. A las 11 viene la niña menor, una gordita de cachetes colorados y boca sucia, que trae y tira arroz con sus manos delicadas. Todas las gallinas se avalanchan como cerdas hacia el arroz que cae como lluvia de invierno. A mi no me interesa ni una gota esa piedra blanca. No lo niego, peco una vez a la semana, o quizás dos, o bueno tres, pero lo mío son los gusanos, las culebras y muy de vez en cuando, las cucarachas pero es que tienen mucha grasa. En fin, qué más puedo hacer en este galpón encerrada por la malla metálica. Mi mayor miedo es a engordar.
El sol está 15 grados más a la izquierda del centro de la tierra, debe ser la una de la tarde. Las gallinas se sientan en los nidos, voltean los ojos y empiezan su canto alborotado. Cacarean y cacarean qué mamera. No entiendo cómo permiten que el gallo las pise para que después tengan que sufrir teniendo un huevo. Un huevo, un ovalo blanco, amarillo y en algunos casos verde; de cascara blanda pero capaz de soportar el peso de su madre; ovalo que se mantiene tibio durante 21 días; ovalo que será lo único bello salido de su cuerpo productor de rila, no una cagada sino una vida. Un pollito que seguirá el ejemplo de su madre: agachar la cabeza, picotear, seguir cagando y nada más. No, esos no son lo pollitos que yo quiero, a mi me gustaría tener unos que sean diferentes a las demás, que no se derritan por un poco de maíz o por la pisada de un gallo de cola alborotada.
Como dos contrincantes de un juego de ping pong, el sol se pone a la altura de la luna, se hacen ojitos, mis parpados cubren mis delicados ojos cafés y la noche cae.
El silencio en la granja es sepulcral, hasta que empieza la vida nocturna de las gallinas. Sonámbulas, eso somos las gallinas, unas aves que mientras duermen piensan, cagamos y seguimos agachando la cabeza para comer, aún cuando no hay ni mierda.
El puto gallo a empieza a cantar, ese es el más sonámbulo de todos el galpón. Es tremendo, son las tres de la mañana este berraco camina hasta la entrada con ojos cerrados, salta al palo y con el cuello estirado Quiquiriquí Quiquiriquí Quiquiriquí! Doce veces cantó el berraco gallo, qué tal estuviéramos enguayabadas por unos cocteles de grillos. Definitivamente… Así, no se puede.
Otro día igual al de los otros días: sale el sol todas nos paramos damos vueltas en el galpón llega la niña botando arroz todas se ti… Un momento… La niña no viene, viene la jefe y viene sin arroz. Ahora esta malparida gorda empieza a cogernos una a una y nos amarra con cabuya de la pata a la malla metálica. Siempre que viene, una de nosotras desaparece, ninguna ha regresado de sus manos. Nos va cogiendo de a dos y nos pesa haciendo balanza, siempre se lleva a la más gorda. La gallina la Pinta es la seleccionada el día de hoy.
Ay La Pinta… La Pinta es de plumaje negro, para qué, muy bien cuidado. Eso era algo que le envidiaba, pero por más plumaje es una gorda, esa come como si el buche no tuviera fin. Bueno, una más que no va a volver. La jefe es como un agujero negro, todo lo que agarra, ahí queda y no vuelve. Mejor dicho como diría mi mamá “Adiós, que te vaya bien, que te coja un carro que te espiche un tren”. Menos mal se fue, ocupaba mucho espacio. Cada vez que viene la jefe, todas nos cagamos del susto, una vaina loca, aunque yo quiero salir de aquí, yo no quiero salir en sus manos.
La niña viene botando arroz, todas se le tiran y por alguna razón empiezo a pensar en mis pollitos. Hoy el gallo está como mirándome, mueve su cola como abanico, no lo niego, esos músculos en sus patas… Esa cresta roja parada, su plumaje negro azul y porte francés… Está como chévere, ese gallo quiere gallina pero aquí que no se venga a lucir, porque por muy guapetón que esté, yo no me voy a dejar pisar y que ni me venga a aquí a abrirme los perniles… No, ni loca estaré en cuatro con las otras cacareando sin fin. “Pobre pero pollita”
Al parecer algo se le olvidó a la gorda, ahí viene con su caminar, meneándose de lado a lado. Todas corren al rincón, yo no me preocupo. Yo, como me cuido, y soy una gallinita estilizada, de buena figura, ni me muevo, sigo mirando el horizonte, los pájaros volar, al sol alumbrando. Algún día seré una gallina reconocida por mi figura, que sepan que hay algo especial en mi, que no soy una gallina como todas.
De repente, siento como el aire se viene en mi contra y sin oportunidad a escapar, me agarra de las alas, sacudo mis perniles, bateo mis alas y no puedo hacer nada. Mejor me quedo quieta, igual las manos de esta gorda ni me dejan mover de lo pesadas que son, me lleva tambaleando, me mete en una caja. Estoy asustada pero, bueno, al parecer esto no está tan oscuro como pensábamos en el galpón. Me tiene una coquita llena de verduras de maíz y arroz, que sabe a el perejil y bore.
Esta es la vida que me merezco.
Aunque ya no puedo ver como el sol le hace ojitos a la luna, por primera vez en mi vida siento que voy a dormir bien.
Abro mis ojos y el sol me saluda, no escuche el berraco gallo a las tres de la mañana, ni a las gallinas cacarear, ni las veo en su tic de agachar la cabeza. La niña viene, me pone agua y rellena el plato con bore. La voz de la gorda, que ya no me parece tan malparida porque me está tratando como bien, se escucha al fondo de la casa, habla con otra persona.
-Si, ya se la tengo, flaquita, chiquita, apenas para la sustancia.
-¿Y me la alista de una?
-Si usted quiere.
La gorda llega con una señora, se ve muy querida ella . Finalmente se dieron cuenta que soy una gallina especial. Mete la mano en mi caja, me agarra. La señora asienta con la cabeza y le entrega unos billetes.
Siento sus manos abullonadas en el cuello, lo jala hacia arriba, rica sensación, lo estira un poco mas, me lo sigue estirando, ya es demasiado, trato de moverme y avisarle de alguna manera que me está lastimando, ella sigue jalando, no aguanto más este jaloneo….
FB: Launa Orjuela