El próximo 31 de mayo se inaugura el VII Festival del Mediterráneo del Palau de les Arts con La forza del destino de Verdi con un cartel muy atractivo, bajo la dirección musical de Zubin Mehta cantarán el tenor estadonunidense Gregory Kunde (glorioso Otello el año pasado) y la soprano ucraniana Liudmyla Monastyrska (nos impresionó su voz spinto como Doña Jimena en Le Cid), el joven barítono que a mí sí me gustó como Giorgio Germont en la pasada Traviata, Simone Piazzola, el solvente bajo Stephen Milling, Ekaterina Semenchuk, que tamibién me gustó como Azucena en el Festival del Mediterráneo de hace dos años, In-Sung Sim, que fue Sarastro en La flauta mágica dirigida por Ottavio Dantone y Valeriano Lanchas que cantó en Les Arts Don Magnífico de La cenerentola y el sacristán de Tosca; minetras que de la dirección escénica se encargara Davide Livermore, no sé nada de su propuesta pero por la foto que he visto en la página de Les Arts, y que ilustra esta entrada, tengo la impresión de que el director se ha inspirado en el cine expresionista alemán. Vamos a ver por qué La forza le va a Les Arts como anillo al dedo.
Entre las óperas extrañas de Giuseppe Verdi, ya vimos que Simon Boccanegra era una de ellas, La forza del destino puede que ocupe el lugar de honor. Es conocida como “la inombrable” puesto que ya antes de su estreno la mala suerte, el destino, se cebó con ella. Su estreno, por fallecimiento de la soprano que iba a protagonizar el papel de Leonora, se tuvo que posponer un año, una vez estrenada no satisfizo a Verdi y tras representarse por primera vez en 1862 en San Petersburgo y después en Madrid (en presencia del autor del drama en que está basada la ópera, Ángel de Saavedra, duque de Rivas) y Roma prohibió su representación en Milán hasta que fuera revisada, pero, Francisco Maria Piave, el libretista, había enfermado poco después del estreno peterburgués, una vez fallecido, tuvo que recurrirse al que sería libretista de Aida, Antonio Ghislanzoni, la nueva versión de La forza del destino se estrenó en Milán en 1869. Años más tarde, el gran barítono norteamericano Leonard Warren fallecería en escena interpretando el papel del barítono protagonista, Don Carlos, en el Met el 4 de marzo de 1960. Visto este anecdotario parece la ópera ideal para el Palau de les Arts, que desde que comenzó a proyectarse no ha dejado de lado a la mala suerte (imposibilidad de auditorio superior al aire libre con improvisación de soluciones alternativas, hundimiento de la plataforma escénica en su primera temporada, inundaciones, extrañas cancelaciones, menosprecio de gobiernos centrales de distinto signo político, dificultades para encontrar un director musical a la altura de la orquesta, desprendimiento del trencadís....).
Confiemos en que la representación de esta ópera suponga para el teatro de la ópera valenciano, antes que su continuación, el final del mal fario, mientras tanto os dejo con uno de esos dúos verdianos entre tenor y barítono que tanto me gustan en las voces de Franco Corelli y Ettore Bastianini: